´Expedición al éxito: alcanzando objetivos y superando las dificultades´ es el lema de la conferencia que ofrece Edurne Pasaban. Han pasado tres años desde que culminó la subida a las catorce montañas de ocho mil metros y más. Aún con las polémicas mantenidas con Juan Oiarzábal o con su rival Oh Eunsun, ahora transmite sus enseñanzas aplicándolas a todos aquellos emprendedores que quieran empaparse de sugerentes paralelismos.

Cuando usted ha conseguido la meta que perseguía, y que es de tanta entidad como subir los catorce ochomiles... ¿Qué le queda por hacer?

La verdad es que es difícil encontrar algo que te motive tanto. Sientes vértigo, porque es algo que ha ocupado gran parte de la vida y necesitas años para volver a ubicarte. He hecho cosas a nivel deportivo, pero sobre todo estoy tratando de aplicar las experiencias vividas.

Si ya no se puede subir más arriba, ¿qué es lo que ha hecho?

Hay cosas que también son apasionantes. Por ejemplo, subir un seis mil que nadie ha escalado. Acabo de estar en una experiencia en Groenlandia que me ha encantado. Aunque suponga subir un ´mil quinientos´ nada más. Pero son cosas que me llenan.

Una vez logrado el objetivo, aún al coste de dejarse parte de los dedos de los pies por el camino, da la sensación de que ahora toca rentabilizarlo, ¿no?

Aparte de escalar, yo me he formado, soy Máster en gestión de Recursos Humanos, coaching ejecutivo... Ahora me dedico a dar conferencias y al coaching. Me apasionan los equipos y poder ayudarles. Entre otras cosas, porque se teoriza mucho sobre los paralelismos entre las expediciones y la actividad de grupos en una actividad empresarial. Podríamos encontrar muchas similitudes. El desafío, la gestión del grupo humano, el liderazgo, la motivación, la toma de decisiones en momentos de incertidumbre, conocimiento de los riesgos... todo eso se puede transmitir.

Si la vuelvo a llevar al Himalaya, allí da la sensación de que importan más los rescates o las tragedias que las ascensiones. ¿Tiene esa sensación?

Es una realidad. Estamos en la temporada de ascensiones y con la cantidad de alpinistas que hay, alguno de los nuestros habrá coronado un ochomil, pero eso da la sensación de que no vende. Vende el accidente, la desgracia, pero tampoco nos tiene que sorprender, porque ese es el rollo que ves todos los días en cualquier faceta. Sin ir más lejos, la más reciente de Juanjo Garra.

¿Qué le parece que la subida al Everest se haya convertido en poco menos que una aventura multitudinaria?

Pues que es lo que hay y tienes que respetar lo que el resto de la gente quiera hacer. Ahora sabes que si vas al Everest, te encontrarás lo que te encontrarás. Pues habrá que buscar otra época, otra montaña...

¿Y qué le parece la carrera por ser el escalador más veterano o el más discapacitado?

Lo mismo: no soy quien para juzgar los sueños de las personas. Ahí tienes a Carlos Soria, que con 74 años sigue intentando hacer cumbres. Pero estamos hablando de un escalador veterano, experto, conocedor de todo, que lo ha vivido desde joven. Me encanta su vitalidad y le envidio que, estando jubilado, lo puede seguir haciendo.

¿Por qué la mística del Everest puede a las demás?

Precisamente por el hecho de ser la más alta y porque no es la más complicada de subir. Por supuesto, es tan difícil como lo es por el hecho de ser un ochomil. La que parece más fácil se te puede complicar. A mí no me cabe duda que el K2, el Annapurna o el Nanga Parbat con mucho más montañas, siendo el Everest ese sueño de cualquiera, incluyendo el mío. Curiosamente, fue la primera en la que hice cumbre.

Sáqueme de una duda. Cuando se dice que alguien ha quedado a cien metros de la cima, ¿no parece demasiado cerca?

Es que cien metros hacia arriba no son cien metros en llano. Podemos estar hablando de tres o cuatro horas de camino. Cien metros de desnivel, allá arriba, son muy largos.

Suponga que aparece la célebre cámara de fotos de George Mallory, con la que intentaba hacer cumbre en 1924. ¿Qué pasaría?

Que podríamos aclarar uno de los grandes misterios de la historia del hombre: saber si él e Irvine consiguieron hacer cumbre mucho antes de lo que contamos ahora.

¿Usted cree que lo lograron?

Ufff. Superar el ´Segundo escalón´ con el equipo que tenían, en aquellos tiempos... me hace dudar bastante. Pero, ¿por qué no? Sería maravilloso poder resolver el enigma.