No habrán intimado tanto como para hablar de qué tal les va en sus respectivos matrimonios, pero podrían haber hecho balance. Porque la Princesa de Asturias, Doña Letizia, de 41 años, y la médico Priscilla Chan, de 27, más conocida por ser la esposa del fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, tienen algo en común: llevan el mismo tiempo de relación con sus maridos, una década.

Ambas se conocieron en Barcelona, durante la feria del móvil. Si expectación y fascinación genera la figura del joven Zuckerberg, quizás le supera su mujer, por el misterio que rodea su vida. Ambos se conocieron y formalizaron su noviazgo en 2003, al igual que los Príncipes de Asturias, y se casaron en un mes de mayo, también como Don Felipe y Doña Letizia, pero los norteamericanos lo hicieron más tarde: en 2012.

De intimar, quizás Chan le hubiese contado a Doña Letizia la sorpresa que le dio su esposo el pasado 14 de febrero, por San Valentín, con un singular regalo: Whatsapp. Recogen las crónicas que mientras Chan y Zuckerberg se disponían a cenar y pasar una velada romántica en su casa de Palo Alto (California),allí se presentó Jan Koum, el hasta ahora dueño de Whatsapp, y les interrumpió.

Tenía un motivo de peso: estaba dispuesto a vender la más popular aplicación de mensajería instantánea del mundo, que cuenta con millones de usuarios. Una interrupción, la de la cena de San Valentín, que no debió de molestar mucho a la esposa, a tenor de las ganancias para el matrimonio que se suponen de una venta que no se cansan de estudiar y destripar los analistas de medio mundo.

Así, entre pasteles y frutas confitadas que Koum llevó de detalle al matrimonio, se formalizó verbalmente una de las mayores operaciones económicas del globo. Semanas después llegaría la firma oficial, como todo el mundo sabe, con otro toque extravagante: se hizo en la puerta del comedor social donde Koum iba de pequeño con su madre.

Situaciones singulares para gente singular. Porque la vida que lleva el matrimonio no deja de llamar la atención. Pero no por su exhibicionismo y ostentosidad, sino por todo lo contrario: a nadie se le mete en la cabeza que una de las mayores fortunas del mundo como es Zuckerberg lleve vaqueros, sudaderas, camiseta y playeras (ha mejorado, pues antes eran chanclas); que su esposa vista, como se dice en España, de Zara; que cuando viajan a Europa coman, por ejemplo, un trozo de pizza en una calle de Italia al estilo "turistas americanos que llevan sandalias con calcetines"; o que Chan encuentre en pasear a su perro "Beast" una de sus principales distracciones cuando se lo permite su trabajo de pediatra.

Más aún sorprendió la boda de ambos: familiar, discreta, en su casa -una casa que, por cierto, se ha criticado por ser excesivamente pequeña- y la novia con un traje que "apenas" llegó a los 4.000 euros.

Así que si Zuckerberg llama la atención, más lo hace Priscilla Chan, entre otros motivos porque ella deja saber lo justo. Que tu marido firme delante de ti el día de San Valentín una operación de miles de millones de dólares no debe de sorprender a estas alturas a una joven cuyo primer encuentro con Zuckerberg fue con las famosas chanclas de testigo -escena que se recoge en la película "La red social" sobre el origen de Facebook- en los baños de un local de una fiesta de Harvard.

Una de las fuentes de información sobre la joven es precisamente la red social que ideó su esposo y que ella vio nacer, crecer y convertirse en el gigante que es hoy en día. En Facebook figura que Priscilla Chan habla tres idiomas: inglés, cantonés y español. Es de origen chino -sus padres son de Hong Kong-, lo que obligó a Zuckerberg a intentar dominar, con poco éxito dicen, el idioma para entenderse con su abuela.

Priscilla nació en Massachusetts y no se quiso casar hasta acabar su formación, porque a diferencia de su marido -que dejó los estudios en cuanto pudo-, ella siguió en la Universidad y se graduó, primero en Biología en Harvard y luego en Medicina, en California. Hasta la tierra prometida se fue detrás de Zuckerberg, un año mayor, quien le ofreció un puesto en Facebook, pero ella prefirió buscarse la vida por su cuenta. Y lo consiguió. "Cilla", como le llaman sus allegados, se pasea ahora por medio mundo con su millonario marido, quien en las escasas declaraciones que realiza siempre tiene unas palabras cariñosas y de reconocimiento para su mujer, que, según cuentan, está obligada por contrato prenupcial a no desvelar nunca detalles privados de Zuckerberg. Una mujer que adora los niños, los animales, los paseos con "Beast", la cocina y estudiar español.

Por cierto, no tiene un cuerpo 10, sino más bien rellenito, y entre sus ídolos deportivos figura el español Rafael Nadal. Todo tan normal...