La princesa canaria que vivió entre dos cortes: fue menina y pionera en la lucha por sus derechos sucesorios en Gran Canaria

Convertida al catolicismo, se instaló en Gáldar y heredó en 1497 los bienes de su padre, entre ellos el valle de Guayedra

Pintura sobre la conquista de Canarias con la imagen superpuesta de la princesa Guayarmina (Margarita F. Guanarteme)

Pintura sobre la conquista de Canarias con la imagen superpuesta de la princesa Guayarmina (Margarita F. Guanarteme) / Montaje LP

Las Palmas de Gran Canaria

Hace más de cinco siglos, una joven heredera del reino aborigen de Gáldar fue entregada como rehén tras la rendición de Ansite, bautizada en la Corte de los Reyes Católicos, casada con un hidalgo extremeño y, ya convertida al nuevo credo, defendió ante notario los derechos sobre el fértil valle de Guayedra con un expediente, la célebre “Información Guanartémica” de 1526, que hoy es fuente capital para reconstruir la conquista de Gran Canaria.

De aquel enlace nacieron linajes Carvajal, Trejo, Sanabria, Bentidagua y otros muchos apellidos que, según genealogistas locales, aparecen en más del 90% de las familias actuales de Gáldar y se reparten por toda la isla.

Sólo al final de esa cadena documental descubrimos que aquella princesa, a la que los suyos llamaban Guayarmina, pasó a la historia con el nombre cristiano de Margarita Fernández Guanarteme

Su vida

Guayarmina nació hacia 1470 en el seno de la familia real del guanartemato de Gáldar, hija del rey Tenesor Semidán (luego don Fernando Guanarteme) y de Abenchara. Formaba parte, por tanto, de la élite indígena que gobernaba Gran Canaria en vísperas de la conquista castellana.

El filólogo Ignacio Reyes explica que Guayarmina puede traducirse como "guarda, reserva o protección hasta la sequía prolongada" y alude metafóricamente a la estrella Canopo, lo que sugiere un simbolismo astral en la onomástica real canaria.

Cuando las tropas de Pedro de Vera, guiadas por el propio Fernando Guanarteme tras su bautismo y alianza con Castilla, sitiaron el macizo de Ansite, Guayarmina y su prima Masequera fueron entregadas el 29 de abril de 1483, hecho que marcó el final efectivo de la resistencia insular.

La historiografía antigua confunde a veces a ambas princesas, pero las fuentes coinciden en que Margarita fue una de las cautivas entregadas ese día.

Convertida al catolicismo, creció en la Corte como menina de la infanta María de Aragón. Hacia 1486-90 contrajo matrimonio con el hidalgo extremeño Miguel de Trejo y Carvajal, con quien tuvo cuatro hijos: María, Alonso, Hernán y Bernardino.

Vuelta a Gran Canaria

Más tarde se instaló en Gáldar y heredó en 1497 los bienes de su padre, entre ellos el valle de Guayedra, otorgado a Fernando Guanarteme en el repartimiento de 1485. Su nombre reaparece en 1526, cuando promueve la llamada “información guanartémica” —un expediente notarial para demostrar su filiación y consolidar sus derechos hereditarios—, documento conservado (en copia de 1706) y considerado hoy pieza clave para el estudio de la conquista y de la integración de la nobleza indígena en el orden castellano.

Las últimas noticias seguras la sitúan viva en 1542; la tradición sostiene que falleció en Las Palmas a mediados de la década de 1540, cerrando la vida de la que se presenta como última hija superviviente del célebre don Fernando Guanarteme.

Entre los linajes que hoy reivindican descendencia directa de la princesa Guayarmina figuran, documentados en archivos nobiliarios y protocolos parroquiales, los Díaz de Aguilar, Del Castillo Bravo de Laguna (Condes de la Vega Grande), Benítez de Lugo Massieu, Manrique de Lara Bravo de Laguna y Bethencourt Massieu. Estudios genealógicos muestran una red de ramas colaterales que llega tanto a todas las islas como a América, donde uno de sus nietos fue el segundo Obispo de Córdoba.

Una herencia de generaciones que ha sobrevivido gracias a la primera princesa canaria que se integró en el sociedad castellana de la época.

Tracking Pixel Contents