Contaminación acústica

Los defensores de los animales piden un fin de año sin pirotecnia

Fuegos artificiales y petardos pueden suponer una "auténtica tortura" para perros, gatos, e incluso personas con diversos trastornos

Un perro observa pirotecnia por la ventana.

Un perro observa pirotecnia por la ventana. / Shutterstock

EFE

Una de las tradiciones que acompaña a la última noche del año suele ser la pirotecnia, con la que fácilmente se superan los 110 decibelios. El impacto sonoro que conlleva afecta a colectivos vulnerables y biodiversidad. Por ello, la Fundación Franz Webber pide que se tengan en cuenta los efectos nocivos para radicar su uso.

Fuegos artificiales y petardos pueden suponer una “auténtica tortura”, señala este lunes en un comunicado la asociación naturalista, sobre todo para personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) o hiperacusia, entre otros.

No se trata de un problema únicamente de contaminación acústica, sino también de exposición a humos metalíferos “potencialmente negativa”, advierten los naturalistas, para personas con dolencias respiratorias tan habituales como el asma.

Por otra parte, la alta sensibilidad auditiva de los animales involucra que puedan padecer a consecuencia de la pirotecnia shocks, ataques de ansiedad o epilepsia que, en ocasiones, conducen incluso a la muerte.

Así, recuerdan, sucedió en Roma durante las celebraciones de Año Nuevo en 2021, donde los fuegos artificiales dejaron a más de un centenar de estorninos muertos sobre las calles.

En el caso de los animales domésticos, la situación es prevenible si se les aleja del impacto sonoro y se bajan las persianas. Un mecanismo que no está al alcance de la fauna silvestre.

Algunas de las propuestas que la Fundación lanza a ayuntamientos y ciudadanía para paliar esta situación se centran en espectáculos nocturnos con uso de drones o fuegos artificiales de bajo impacto sonoro.