Cuando algunos creían que la cirugía estética había tocado techo, se abre un nuevo horizonte con la medicina regenerativa. De momento, como paso previo, se empiezan a extender los rellenos de grasa de la misma paciente para aumentos mamarios, otro avance en la búsqueda de intervenciones más naturales.

Afinar la silueta es el deseo que lleva a muchas personas a someterse a cirugía estética. Por ello, sorprende que precisamente la grasa se haya convertido en una especie de descubrimiento. En las operaciones de aumento mamario, el empleo como relleno de grasa de la paciente en lugar de prótesis artificiales se ve como una técnica con mucho futuro. Es un signo de hacia dónde va la cirugía estética y antiedad, que, igual que el resto de la medicina, pone sus expectativas en la regeneración celular y la genética.

El uso de la grasa del paciente se antoja la cuadratura del círculo: se extrae de donde sobra (las caderas, el interior de los muslos, el abdomen...) y se coloca donde se quiere (en los pechos, en los glúteos, en la cara...) para modelar el contorno. Lo cierto es que la idea data de hace cien años. Y ya hace varias décadas que en cirugía plástica reconstructora se utiliza grasa del mismo paciente para rellenar y corregir depresiones de las superficies, por ejemplo, tras una fractura, la extracción de un tumor o para corregir deformidades y liposucciones mal hechas. En los últimos 15 años, ha aumentado el uso de esta técnica, se ha perfeccionado y se ha extendido en la cirugía estética, donde las infiltraciones de grasa se usan para rellenar el mentón, los pómulos, las ojeras…

Pero ha sido en los últimos dos o tres años cuando la utilización de esta técnica en operaciones estéticas ha cobrado interés y proyección (se constata en los programas de los congresos de la especialidad en todo el mundo) por su aplicación en las operaciones de aumento de mama, que en España es la segunda intervención de cirugía estética más demandada, precisamente por detrás de la liposucción -18.500 y 20.000 operaciones del total de 105.000 hechas en un año, pese a la crisis, según datos recientes de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética-.

El uso de grasa para aumentos mamarios ha estado en cuarentena después de que, con la expansión de la liposucción en los pasados años 80, la sociedad norteamericana de cirujanos plásticos expresara sus dudas sobre que los rellenos de grasa pudieran causar confusión en los diagnósticos de tumores de mama, dado que a menudo la grasa forma microcalcificaciones. Esos temores se fueron disipando por la mejora de las técnicas de diagnóstico por la imagen, por la elaboración de protocolos que aconsejan hacer mamografías antes y después de los rellenos (para tener referentes en los controles de prevención de cáncer de mama) y, sobre todo, ante los buenos resultados obtenidos con los rellenos de grasa en las reconstrucciones de mama tras extirpaciones de tumores (mastectomías) -en España, empezó a hacerlas en el 2008 el hospital Clínic de Barcelona-.

En los últimos dos años, algunos cirujanos plásticos españoles (igual que en otros países como Francia, Italia, Estados Unidos, Japón...) han empezado a usar grasa de la paciente en operaciones estéticas de aumento de pecho, igual que tras mastectomías. Y hablan bien de los resultados. “No es un simple relleno porque es materia viva, al infiltrar la grasa en el pecho, el tejido se revasculariza y funciona como tejido natural; el resultado es pues de lo más natural en sensibilidad y aspecto”, señala Jorge Planas, director médico de la clínica Planas de Barcelona, que usa grasa en operaciones de mama desde hace más de año y medio. “La clave es que la grasa implantada es materia viva de esa persona”, coincide Javier de Benito, director del Instituto De Benito -asociado en Barcelona a la clínica USP Dexeus y que prevé abrir centros similares en Marbella y Madrid-.

Margarita J. habla por experiencia propia: con 50 años, esta mujer decidió someterse a una operación estética de pecho. Le extrajeron grasa del abdomen y le remodelaron las mamas. “A mí me daba reparos ponerme prótesis y por eso lo fui retrasando. No quería cicatrices y quería algo muy natural. Y así fue”, explica. “Fue rápido, sin problemas; en el pecho, tras la operación, no tenía ni un hematoma”, agrega. Se declara muy satisfecha de la intervención.

El resultado de las infiltraciones o rellenos de grasa, coinciden los cirujanos plásticos, es un acabado natural y una reducción del riesgo de problemas normalmente asociados a las prótesis, desde infecciones hasta contractura capsular (se forma como una membrana dura alrededor de la prótesis que ofrece un aspecto acartonado) o el deterioro con el paso de los años, aparte de que la intervención es menos invasiva y la recuperación casi inmediata.

Parece que al principio, cuentan los especialistas, la técnica del relleno de grasa no era muy efectiva, y había casos en que la grasa injertada era reabsorbida por el cuerpo, con lo que se volvía a perder volumen, o se morían esas células grasas trasplantadas (se necrosaban) o hasta se movía la grasa de lugar dando lugar a ligeras deformidades. Eso hizo que tampoco se apostara decididamente por la técnica hasta que, sobre todo un cirujano estadounidense, Sidney Coleman, la perfeccionó.

Ahora, los cirujanos seleccionan la grasa que se extrae de la paciente -no vale la de otra persona, pues existiría riesgo de rechazo inmunológico-, separando algunos de sus componentes (parte de la sangre y del aceite), de manera que sólo se aprovecha aproximadamente la mitad. La infiltración en los pechos se hace respetando la estructura del tejido y en pequeñas cantidades. Así se ha comprobado que en la mayoría de los casos la grasa no es reabsorbida ni se necrotiza porque el tejido se mantiene irrigado sanguíneamente.