Cuando llega a la sesión, sin maquillaje, con blusa negra, vaqueros y sandalias planas, no aparenta ni los 22 años que tiene. Con la ropa seleccionada por el estilista, el maquillaje y, sobre todo, los zapatos de tacón imposible ("que sólo llevo en actos y fiestas relacionados con el trabajo"), demuestra ante el fotógrafo su talento y se transforma en una mujer indolentemente seductora, con cierto gusto por el clasicismo de los 50 y muy actual a la vez.

"La moda me gusta, pero no sigo las tendencias, ni voy a la última ni me entusiasma ir de compras. Soy muy campechana en mi día a día". Pero es consciente de que en una profesión como la suya la imagen cuenta, y mucho. "Con el tiempo llegas a entender que la carrera de un actor no es sólo actuar. Ir a determinados sitios, te guste o no, forma parte de la historia. Y tienes que mostrar tu mejor cara".

Por eso ha aceptado ser esta temporada imagen de la firma española Hoss Intropia, lo que la obliga, con sumo placer, dice –"porque si la ropa que hacen no me gustara, nunca habría aceptado"–, a asistir a fiestas y actos vestida de la marca. "A raíz de eso he tenido que ponerme las pilas y voy aprendiendo más sobre la moda", asegura.

Nacida en Madrid en 1990, Clara Lago es una especie de niña prodigio del cine español. Su trabajo en "El viaje de Carol", con sólo 12 años, le reportó una nominación a un Goya como actriz revelación que, finalmente, se llevó la veterana –cantante, que no actriz– Lolita Flores.

Ha participado en diversas series de televisión y en una docena de películas, las últimas, ambas este año, "Tengo ganas de ti", acabada de estrenar, y "Fin", aún sin fecha de presentación.

Pese a la experiencia que atesora, sigue sin acostumbrarse, asegura, a verse en la pantalla. "De pequeña me horrorizaban los estrenos, incluso podía acabar llorando; con el tiempo he aprendido a sobrellevarlo, y ahora veo la película varias veces para detectar los defectos y corregirlos".

Convertirse en actriz fue para ella algo tan natural como para sus amigas ir a extraescolares. "No me recuerdo nunca jugando con una GameBoy o con un ordenador, pero me dabas un palo y me montaba toda una batalla. Siempre he sido muy teatrera".

Sólo tiene buenos recuerdos de su época de niña actriz. "Era la princesita de los rodajes, pero lo que más echo de menos es mi forma de actuar de entonces, a partir del instinto, los impulsos y la verdad".

Durante unos cuantos años compaginó su vida de actriz con los estudios. "Hasta la selectividad. Luego vi que, o moría en el intento, o lo hacía todo a medias". Su decisión, ya se sabe, "optar por lo que más me importaba".