Elie Saab y Louis Vuitton pusieron hoy el broche de oro a una semana de la moda de París que ha deslumbrado como en sus mejores tiempos, con propuestas creativas muy diferentes entre sí que visten a una mujer con personalidad propia.

Elie Saab engarzó de pedrería y coronó con gasas unos vestidos sigilosamente esculpidos.

La colección de "prêt-à-porter" primavera-verano 2013 del modisto libanés conjugó sabiamente las formas rígidas con las extensiones volátiles y las transparencias de encaje.

Si los colores lisos tuvieron la presencia suficiente para mostrarse en solitario, los estampados en flúor cumplieron su papel de forma sobresaliente.

El crema, cereza, gris perla, blanco, negro y el azul en todas sus declinaciones pasearon por la sala acondicionada en el jardín de las Tullerías.

Las faldas por la rodilla con amplio vuelo, construidas en "patchwork" en franjas horizontales, y las chaquetas de solapas geométricamente ampliadas fueron algunas de las piezas estrella del desfile, en el que los trajes de fiesta tuvieron su brillante protagonismo.

Louis Vuitton impresionó con su puesta en escena y sus divertidos modelos inspirados en los sesenta.

El modisto estadounidense Marc Jacobs ubicó su desfile en un espacio construido en el patio del museo del Louvre, en el que instaló cuatro escaleras mecánicas por las que hicieron su aparición las primeras modelos.

La pasarela se convirtió en un tablero de ajedrez con cuadros amarillos y blancos, una retícula cromática que se imprimió en los primeros dos conjuntos.

Las propuestas fueron apareciendo por parejas, conectadas por el mismo estampado y los mismos colores.

En este juego de damas destacaron los vestidos cortos y los abrigos ligeros, en una paleta de color que abarcó desde el verde oliva hasta el salmón, pasando por el amarillo, el marrón y el gris, así como las indiscutibles combinaciones bicolor en blanco y negro.

Los cuadros, en diferentes tamaños, sólo encontraron rival en un estampado con siluetas de flores que mantenía el cromatismo limitado a dos tonalidades por conjunto.

El cachemir es para el verano, o al menos así lo cree Allude, que defendió unas propuestas ligeras que elevan esta delicada lana a tejido indispensable para la próxima temporada.

"El cachemir es el material más lujoso del mundo", alegó la diseñadora Andrea Karg, en declaraciones a Efe tras el desfile.

Allude, que se define como "la primera marca de alta gama dedicada por completo al cachemir en el calendario parisiense", combinó estas fibras con el cuero y la seda.

Los pantalones bombachos de colores fuertes, como el azul "que representa el universo", y el mono corto fueron las prendas a las que recurrió la diseñadora alemana para confeccionar su colección "prêt-à-porter" primavera-verano.

El contraste cromático fue otra de las pautas de la casa y quedó patente en los gruesos cinturones que estilizaban la figura.

Miu Miu creó una temporada estival con pieles, amplios abrigos y guantes largos, protagonizada por las rectas faldas entre el tobillo y la rodilla.

Las texturas, de la suavidad de la pelliza a la frialdad resplandeciente del vinilo, aseguraron el interés de la colección.

Las sandalias planas y los zapatos con punta y tacón dejaron al descubierto los pies bajo unos abultados modelos.

La diseñadora turca Arzu Kaprol dotó de amplias caderas triangulares a chaquetas, vestidos y pantalones de diferentes alturas.

El cuero negro, los brillos y los estampados geométricos dieron cuerpo a una colección que flirteaba con las formas vertebrales.

La semana de la moda de París se despide tras nueve días que serán recordados por ser los que devolvieron el esplendor a la cita francesa, con desfiles tan reseñados como los que inauguraron nueva era para Christian Dior y Saint Laurent, o aquellos de otras firmas que han respondido de forma sobresaliente a las altas expectativas.