Tiene el propósito de hacer un poco más feliz a la gente, intenta que los halagos no se le suban a la cabeza ni le hieran las críticas y destila un "savoir faire" tras más de 30 años de trabajo y creación en moda, que le ha labrado un universo propio, el de Ágatha Ruiz de la Prada.

"Hacer un poco más feliz a la gente" con sus diseños es uno de los empeños de Ágatha Ruiz de la Prada, quien hace de la máxima su propia personalidad "porque está comprobado que los colores animan y alegran", cuenta a EFEstilo la diseñadora española.

Hoy participa en la Semana de la Moda de Lima mientras en un palacio de Venecia, el Museo Correr, 31 vestidos de su creación, que responden a otros tantos de profesión, dialogan con italianos y turistas, en el salón de baile, en una retrospectiva bautizada: "Il Mestieri della Moda".

Sus diseños del ayer se ven con ojos de hoy, rescatan la versión de lo mejor de la firma, acotados en 31 "looks" que responden al talento de la una de las pioneras en la aventura exterior de la moda española y que permanecerán en el corazón de Venecia, la Plaza de San Marcos, hasta el 5 de mayo.

Creadora y empresaria, De la Prada, quien reconoce que su mayor aprendizaje han sido sus "errores" y su mayor lección "la coherencia", comenzó a licenciar su marca en 1991 y actualmente es la diseñadora nacional que posee más licencias en el extranjero además de tiendas propias en París, Milán, Nueva York y Oporto.

Los 31 vestidos seleccionados evocan 31 años sobre la pasarela de los que conserva "infinitos" recuerdos, ninguno de ellos "amargo", porque sencillamente solo se fijan en su retina los positivos.

Comenzó como diseñadora pero enseguida creó una estructura empresarial y un posicionamiento de marca, e intenta "llevar todo con mucho ánimo" y ser "lo más positiva" posible porque "la vida es mucho mejor y más fácil" y elige como recuerdo "más querido" el de su abuela Mary.

Todo un mundo onírico que recorre lo mejor del archivo de De la Prada, recogido en un libro "Ágatha Ruiz de la Prada. Greatest Hits", (TF Editores en colaboración con la Asociación de Creadores de Moda de España), prologado por Anna dello Russo, editora de la versión nipona de Vogue, icónica de la moda, a quien la diseñadora española reconoce que le queda "por vestir".

La publicación, que parapeta en portada a Ágatha Ruiz de la Prada tras un magno corazón rosa, es una manera de tener entre manos lo mejor del archivo de la firma y arranca con el singular vestido "hula hoop", creado en 1983, cuando aquellas generaciones escuchaban "Alaska y los Pegamoides".

Por orden de aparición, el libro muestra sus diseños de volantes, los vestidos caramelo, espiral, corazón, estrella, flotador (uno de sus favoritos), pelota, ensaimada (uno de sus mayores éxitos, inspirado en el dulce típicos de Mallorca).

Trajes dinosaurio, bandeja, piano, caja, escaleras, menina, tarta, tacataca, su particular homenaje a Marcel Duchamp, construido con recuerdos de la niñez. Los suyos propios y los vividos con sus hijos, quienes le han inspirado "mucho" porque "la infancia es el momento en el que aprendes casi todo".

La única diseñadora que va vestida de si misma, según Ollivier Saillard, director del Museo Gaillera de París, reconoce que "se autorretrata" en sus trajes ya que "el ego se convierte en arte".

No desaprovecha ni uno de sus estilismos para demostrar su mundo singular en el que los colores primarios han dado paso a los pastel, al blanco, a los flúor, aplicados a materiales naturales o de innovación, que se mezclan en todos los diseños que conforman el libro, como el vestido de novia plagado de margaritas, que lo cierra.

El concepto de sus prendas levitan alrededor del cuerpo pero a la diseñadora, que reconoce que tiene "por conquistar" territorios como "China o Brasil" cualquier objeto le resulta "vestible": "Todo es un reto, desde un cepillo de dientes, un baldosín, a una ópera". Aunque lo "más loco" que le gustaría crear son "aerogeneradores agathizados" de los que -dice- ya tiene "algunos" diseños.

Trabajadora incansable y una de las pocas diseñadoras de España que desfila en grandes pasarelas como París y Nueva York, opina que "a pesar de la crisis estamos en uno de nuestros momentos creativos más interesantes".

Y por eso ha vuelto a presentar en sus últimos desfiles los trajes "gallo" que consisten en "reciclar diferentes trozos de telas" o ha creado "unos trajes de papel" que ha puesto en los escaparates de su tienda de Nueva York y que están teniendo "muchísimo éxito".

Ágatha "nunca" se cansa de ser Ágatha, no se viste de negro ni en casa porque le "espanta", confiesa tener "muchos" sueños por cumplir y un legado por dejar, su fundación homónima.

Mientras sigue dando rienda suelta a su imaginación, nutriendo su universo moderno y singular que levanta fobias y filias como la de una niña de Colombia que le dijo en una ocasión: "¡Ágatha, yo te quiero demasiado".