Con el frío, las manos, siempre expuestas, se deshidratan con facilidad. Necesitan cremas, bálsamos o lociones que las protejan, las nutran y las suavicen sin engrasarlas: tener una en el cajón del trabajo, en el bolso o sobre la mesilla de noche es muy práctico.

Puedes encontrar diferentes tipos de cremas, cada una destinada a cumplir una función concreta; Las cremas nutritivas protegen las manos de la deshidratación y el frío, las deja muy suaves y ligeramente perfumadas. Pensadas para climas extremos encontramos las concentradas, protegen, reparan y alivian de inmediato las manos secas y dañadas. Con este tipo de cremas muy poca cantidad basta. Si lo que quieres es una crema que aporte una textura más ligera la mejor opción son las perfumadas, hidratan muy bien las manos, se absorben fácilmente y no engrasa. Suelen oler a flores, maderas claras y vetiver.

Hay que tener cuidado con la temperatura del agua al lavarlas -muy caliente las reseca y enrojece- y secarlas bien. Si puedes elegir, mejor con toallitas de papel que el difusor de aire caliente. Es muy recomendable utilizar un buen jabón que mate los gérmenes y aporte la humedad adecuada que necesitan las manos. En el caso de tenerlas agrietadas es aconsejable usar una crema con aloe vera.

Junto a las cremas el otro complemento estrella que necesitan nuestras manos en invierno son los guantes, las mantienen calientes y protegen del frio de la calle. Un truco interesante es aplicarnos la crema antes de salir de casa y acto seguido ponerte los guantes, así irán absorbiendo la humedad extra de la crema.