El rostro, en especial los labios, y las manos, los más expuestos a los rigores del clima, tienden a enrojecerse y han de lidiar con la incómoda sensación de tirantez que delata una piel mal hidratada. Y es que la hidratación, tanto por dentro como por fuera, es el gran reto del invierno. "El viento, el frío y los cambios bruscos de temperatura hacen que la piel se reseque y se descame al perder el agua que contiene su capa más superficial (estrato córneo). Eso hace que se vea más apagada y menos elástica, como consecuencia de la vasoconstricción de los capilares, que retrasa la renovación celular", afirma Inmaculada Canterla, directora de Cosmeceutical Center, farmacéutica y especialista en dermocosmética, medicina antiedad y nutrición.

¿Piel seca o deshidratada?

No son sinónimos, ya que la deshidratación puede afectar a pieles de todos los tipos. Las deshidratadas denotan la falta de agua, debida a la poca retención de la humedad o por su pérdida en la epidermis, son más ásperas y acusan el efecto del frío de forma temporal y localizada, sobre todo en las mejillas. La piel seca, en cambio, es la que carece de lípidos y suele ser más fi na; en invierno tiende a la tirantez y la irritación de forma permanente y en toda la cara.

Cambiar o no de crema Según estudios de Biotherm, un 37% de las mujeres dice tener la piel seca en invierno frente al 11% que la siente así en verano. La elección de la crema vendrá determinada por, entre otros factores, si se tiene seca, mixta, grasa, sensible... "El clima, con especial atención al índice de humedad, la contaminación y el estilo de vida, son elementos que tener en cuenta", asegura el dermatólogo Derek Jones, uno de los colaboradores expertos de Kiehl´s.

En general, las pieles secas agradecen las texturas más oleosas, mientras que las grasas las prefieren acuosas y, frente al frío, ambas buscan texturas más ricas y untuosas que protejan la piel sin dejar brillos. Sin embargo, el mejor consejo es estar atentos al estado de la piel: si el tratamiento habitual funciona y se nota el rostro confortable, no hay necesidad de cambiar, salvo que se quiera probar las últimas -y mejoradas- novedades cosméticas. Y no hay que olvidar que invertir en las mejores cremas se rentabiliza poco si no se protege la piel del sol todos los días.

También se debe tener en cuenta que los tratamientos más enfocados a la acción antiedad o el uso continuado de productos multifuncionales pueden quedarse cortos en la tarea de mantener la piel bien hidratada, aunque es cierto que simplifican el ritual de cuidados imprescindibles.

Siguen nutrirlo, regenerarlo y protegerlo. Y, claro, también es aconsejable "acudir una vez al mes a un centro profesional para aplicar tratamientos más en profundidad", recomienda Torres.

Otra solución natural viene de la mano de los aceites esenciales. Además de ser cada vez más usados para alejar las alergias y prevenir procesos gripales de invierno ("porque proporcionan un aire más sano y sin microbiosy no tienen riesgo de crear resistencia microbiana puesto que son naturales", explica Pierre Franchomme, de Puressetiel), existen determinadas composiciones muy eficientes para restablecer la luminosidad de la cabellera. Se trata, principalmente, de la alianza de los aceites de romero, lavanda, aguacate, naranja y sésamo.

Los ojos son los grandes perjudicados debido a estos cambios de temperatura. Y, como pasa con los resfriados, la tendencia para aliviar los síntomas de sequedad "es usar cada vez más medicamentos elaborados con plantas medicinales", explica Valentino Mercati, fundador de Aboca, referencia internacional en la elaboración de productos a base de sustancias vegetales complejas para la salud.

Para aliviar la sequedad ocular, recomienda los beneficios de la "sal sódica, que palia y previene las molestias vinculadas al síndrome del ojo seco; el agua destilada de manzanilla, que es protectora e hidratante, y la glicerina, que es humectante". Fitostill Plus es la propuesta de Aboca en estos casos. Y, ¿para los labios? La vaselina, de nuevo, así como las mascarillas de azúcar moreno, miel y aceite.