La alfombra roja de los Goya, este año rosa, ya está lista para recibir a los profesionales del séptimo arte. Este año se espera que ellos arriesguen más, alejándose del manido esmoquin negro, y ellas pequen de poco atrevidas, apostando por el negro y el blanco, por miedo al despiadado "qué dirán".

La maquinaria de la alfombra roja comenzó a trabajar hace varias semanas, cuando se dio a conocer la lista definitiva de nominados, y cuando estilistas, diseñadores y la propia Academia de Cine, empezaron a preparar los vestidos, peinados y maquillaje, que lucirán cada uno de los invitados.

"La alfombra roja se ha convertido en un momento muy importante para la carrera de un actor (...) antes no había tanta presión", sobre todo para las mujeres, se lamenta Tatiana Fernández, encargada del vestuario de la gala y del "showroom" de moda española que la Academia pone a disposición de entregadores de premios y nominados.

Más que colores o estilos, la clave de la elección está en que el traje "se adecúe" a la personalidad de quien lo lleva, reseña Fernández.

Con el paso de los años, la alfombra roja de los Goya -un año fue verde y este año rosa- ha ido ganando en profesionalidad, y se ha convertido en un rentable espectáculo y un acto promoción que puede ayudar a sumar o a restar puntos del currículum.

Las actrices, en especial las nominadas, acaparan mayor número de flashes que sus compañeros, y también mayor número de críticas, lo que en ocasiones las induce a dejar de lado "el humor y la naturalidad", añade Tatiana Fernández.

Lo sabe bien el estilista José Juan Rodríguez, que desde hace más de una década asesora a actrices en sus apariciones públicas, y que este año viste a las nominadas Bárbara Lennie y Nerea Barros, y a las veteranas Cayetana Guillén Cuervo y Ana Álvarez.

De media, una actriz se prueba quince vestidos y en ocasiones la decisión les causa tanto "estrés" como un vestido de novia, explica el estilista, que censura la "frivolidad" y la discriminación que sufren las intérpretes que no se ajustan al canon.

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Esta temporada, augura, las apuestas de ellas están centradas en el blanco roto, "que aporta luz" a la piel, y el negro, la "apuesta segura" por antonomasia. Mientras que las siluetas se inclinan por el 'estilo Dior' -con falda por debajo de la rodilla y bolsillos-, y vestidos largos, "pegados al cuerpo, que estilizan".

Siempre desaconseja faldas voluminosas, transparencias, materiales recargados como tules y pedrería, y pieles y joyas en exceso. "No hay que ostentar. No es recomendable que se vea el collar o el traje antes que a la propia actriz", indica.

Según todas las apuestas, los hombres darán este año más sorpresas que nunca. Así lo cree Manuel García, diseñador de García Madrid, que firmará una decena de esmóquines de invitados y varias prendas de Dani Rovira, maestro de ceremonias.

A su juicio, y tras años relegados al olvido, los hombres han aprendido a "venderse" y a encontrar su propio estilo, indica el diseñador, para quien es fundamental que el invitado "no se sienta disfrazado" o que está llevando "el traje de su padre".

La decena de esmóquines que ha preparado, se dividen entre el clásico negro, y tonos más arriesgados, como el azul noche, un "jacquard" de seda en granate o un estampado de raya diplomática, acompañados por pajaritas.

Este matrimonio de conveniencia entre moda y cine español es muy importante, cree el diseñador, cuyos diseños forman parte del "showroom" que la Academia de Cine ha puesto a disposición de los asistentes. "El cine español debería llevar moda española, si quieres recibir apoyo, tienes que dar lo mismo", añade.