La operación de hernia discal a la que se someterá este domingo el Rey es más habitual de lo que pudiera parecer en un principio. El 90% de la población mundial padece o padecerá dolor de espalda alguna vez a lo largo de su vida, de mayor o menor intensidad y más o menos duradero. Hay que agradecer esos dolores, ya que realmente son señales de alarma que emite nuestro cuerpo. Su función primaria, aunque no lo parezca, no es molestar, sino proteger. Tal como una alarma antiincendios protege su hogar de los incendios, el dolor le advierte de que algo anormal y potencialmente peligroso ocurre dentro de su organismo.

¿De dónde viene el dolor? Existen muchas causas que lo provocan, desde el esguince o torsión de los músculos o ligamentos de esta zona a un disco herniado, degeneración de disco, fibromialgia, posturas inapropiadas al sentarse, esfuerzos excesivos?

Si una articulación vertebral pierde su movilidad normal, se impide el movimiento y la salud del disco se deteriora. Como una esponja húmeda, un disco saludable es flexible. Una esponja seca es dura y rígida y se puede quebrar fácilmente.

A 'groso modo', ésta es la causa que ha llevado a que este domingo el Rey tenga que volver a pasar por el quirófano, en esta ocasión para ser intervenido de una hernia discal. Una operación que se sumará a la larga lista de intervenciones a las que ha tenido que someterse el monarca por culpa de lesiones diversas.

La patología de hernia de disco, tanto a nivel cervical como lumbar, tiene una gran prevalencia en nuestra sociedad siendo la principal causa de dolor en menores de 45 años. Consiste en el desplazamiento del disco intervertebral de su localización habitual, pudiendo lesionar estructuras adyacentes, principalmente de tipo neurológico.

La clínica habitual es de dolor lumbar irradiado hacia las piernas, o dolor cervical irradiado a cuello, hombros y brazos. Su tratamiento clásicamente ha ido relacionado con la cirugía.

Como ha ocurrido con Don Juan Carlos, la pérdida progresiva de fuerza en las piernas ocasionada por una hernia discal es uno de los síntomas que inducen a los médicos a operar este tipo de lesiones, según ha explicado el profesor de Cirugía Ortopédica y Traumatología en la Universidad de Navarra Carlos Villas, quien apunta que "nada ofrece mejores resultados que los que da la cirugía".

Estas intervenciones requieren un plazo de mes y medio a tres meses para que el disco cicatrice correctamente -durante ese tiempo, es recomendable no realizar actividad física ni doblar la cintura- y la rehabilitación posterior se basa en fortalecer la pierna que ha sufrido pérdida de fuerza, así como los músculos abdominales y los de la espalda con la ayuda de una faja lumbar y un corsé.

La hernia discal supone la salida de un fragmento de un disco intervertebral que comprime el nervio adyacente y provoca dolor. Los discos de la columna vertebral cumplen la función de amortiguar la presión entre un hueso y otro, sirven de elemento de unión y dan estabilidad, pero a lo largo de la vida se van desgastando. En este sentido, una hernia discal en la columna lumbo-sacra -la que padece el Rey- puede afectar al último o penúltimo disco de la columna.

"Si la hernia está situada en el último disco, lo normal es que el paciente sienta un dolor que vaya de la nalga al talón por detrás de la pierna con sensación de hormigueo en los dedos pequeños del pie", indica Villas. Por el contrario, cuando afecta al penúltimo disco, el dolor se suele sentir por la parte de atrás de la pierna, fuera del muslo y la pantorrilla hasta el empeine, y provoca la sensación de tener el dedo pulgar dormido.