Todos en algún momento de nuestra vida, de niños o adultos, hemos hablado o hablaremos en sueños y en contados casos esto supone un problema pero para algunos padres que sus hijos protagonicen somniloquios, la denominación técnica de esta parasomnia, resulta un motivo de preocupación.

Según explica a Infosalus la doctora Paula Giménez Rodríguez, miembro de la Sociedad Española de Sueño, los somniloquios, lo que se conoce como hablar en sueños, constituyen un trastorno benigno del sueño que afecta de forma más frecuente a niños y adolescentes, aunque también sucede en la edad adulta.

"Al preguntar a los padres es común que en la familia le ocurra a algún otro miembro, ellos o algún hermano también han hablado en sueños. El fenómeno es propio además de la inmadurez del cerebro de los niños por ello suele desaparecer con los años aunque pueden experimentar episodios aislados en la etapa adulta", señala Giménez.

Suele tener un componente genético asociado, es decir, algún familiar tuvo este tipo de episodios en la infancia. La fiebre, situaciones de estrés o la privación de sueño pueden precipitar o favorecer la aparición de los somniloquios. Es por ello que en los más pequeños pueden aparecer cuando comienzan el cole y dejan de dormir la siesta o cuando ésta desaparece a temprana edad.

Al igual que otro tipo de parasomnias, como los terrores nocturnos o el sonambulismo, son edad dependientes, es decir, conforme el niño vaya madurando tenderán a desaparecer o a disminuir su frecuencia, y con frecuencia van asociados a este tipo de parasomnias del sueño No REM, una fase del sueño en la que aún se preserva el tono muscular.

¿Es necesario tratar los somniloquios?

"La persona habla en sueños, con lo que al día siguiente no recordará nada de lo que ha dicho. Normalmente hablan de manera ininteligible, cosas que no tienen sentido y si los despertamos no recordarán lo sucedido y lo único que podemos conseguir es que se sientan confusos, por lo que no conviene despertarlos", aclara la doctora Giménez.

Al ser un trastorno benigno, no requieren de ningún tratamiento específico, aunque es importante explicar a los padres su naturaleza benigna, "que tenderá a mejorar con la edad y que mantengan unos correctos hábitos de higiene de sueño, respetando las horas de descanso nocturno", señala la doctora Giménez, neurofisióloga clínica y especialista en Medicina del Sueño que dirige la Unidad de Sueño de la Clínica Vistahermosa de Alicante.

En los niños se aconseja que estas horas de descanso alcancen un mínimo de 10 horas de sueño por noche y de 9 horas en los adolescentes. Como apunta Giménez, la población española está privada de sueño y muchos de los pacientes que acuden a su consulta con problemas de cansancio diurno y que creen padecer algún trastorno del sueño en realidad el problema que tienen es que no duermen las horas adecuadas, las horas que necesitan.

Sonambulismo, apnea del sueño y trastornos graves

Entre los 6 y los 10 años los niños que han sido habladores en sueños pueden tener una mayor predisposición al sonambulismo aunque el trastorno tiende a desaparecer y presentar lo que se denominan 'periodos libres'. En la vida adulta, las situaciones de estrés o de privación del sueño actúan como precipitantes de la reaparición de los episodios de sonambulismo.

"Los somniloquios aislados no suelen tener ninguna repercusión en el descanso nocturno, si bien es cierto que pueden acompañar a trastornos del sueño como el Síndrome de Apnea del Sueño", apunta la doctora.

El síndrome de apnea del sueño está caracterizado por niños roncadores que tienen breves pausas de respiración durante el sueño, lo que interrumpe su descanso nocturno y puede llegar a tener serias repercusiones sobre su crecimiento y desarrollo intelectual. Por ello, es recomendable consultar con un especialista en trastornos del sueño.

Los somniloquios también pueden formar parte de trastornos graves del sueño en los adultos pero bien definidos como el trastorno de conducta de sueño REM que afecta a varones de más de 50 años.

En la fase del sueño Rem existe una atonía muscular natural que supone, entre otras cosas, que cuando soñamos nuestro cuerpo no exprese el contenido de los sueños. Quienes padecen el trastorno de sueño REM pierden esta inmovilidad natural y sus sueños, caracterizados por ser violentos y en los que muchas veces son objeto de persecución o amenaza, pueden ser expresados por su cuerpo.

Así, estas personas hablan, gritan, patalean o dan golpes mientras sueñan. Además, en la mayoría de los casos el trastorno se asocia muchos años después al desarrollo de enfermedades neurológicas como el Parkinson.