En España hay hasta 283 ensayos en marcha para cáncer de mama, de los cuales casi un tercio están ya en la fase III del proceso de I+D, y la gran mayoría de ellos promovidos por las compañías farmacéuticas, según cifras del Registro Español de Estudios Clínicos (REEC), dependiente de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS).

Además, en estos momentos, hay más de un centenar de medicamentos que se encuentran en alguna de las fases clínicas del proceso, como recoge la patronal americana Phrma, lo que supone casi un 10 por ciento de los 1.100 medicamentos y vacunas actualmente en desarrollo para combatir el cáncer. Gracias a estos esfuerzos de investigación, entre otros motivos, los índices de supervivencia en este cáncer se sitúan ya en un 86 por ciento, es decir, que casi nueve de cada diez pacientes estarán libres de recaídas a los 5 años del diagnóstico.

La Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) estima en su último informe sobre las cifras del cáncer en España que 2020 cerrará con cerca de 33.000 nuevos diagnósticos de cáncer de mama, con lo que es uno de los tres tumores más frecuentemente diagnosticados en España, junto con colon y recto.

Según ha resaltado la patronal de la industria farmacéutica innovadora en España, Farmaindustria, uno de los hitos más significativos de los últimos años en la investigación ha sido el conocimiento de la heterogeneidad del cáncer de mama, que engloba tres enfermedades distintas: tumores hormonosensibles, definidos por receptores hormonales positivos/HER2-negativo; tumores con sobreexpresión de HER2, y tumores triple negativos, definidos por la ausencia de expresión de receptores hormonales y HER2.

En este sentido, los anticuerpos monoclonales, la inmunoterapia y la aparición de nuevos biológicos han ido optimizando las estrategias terapéuticas para estas pacientes y están produciendo cambios significativos en la evolución de la enfermedad. Asimismo, están logrando retrasar el uso de la quimioterapia en la enfermedad avanzada, lo que implica un beneficio significativo en la calidad de vida de las pacientes.

La medicina personalizada también está jugando un papel relevante en el cáncer de mama. Gracias al desarrollo de los test genómicos (que analizan de forma más fiable el perfil del tumor y su riesgo de recaída), se está consiguiendo una mayor adecuación del tratamiento, evitando quimioterapias innecesarias en pacientes que no se beneficiarán.