Tres de cada diez personas tuvo problemas de sueño en las primeras semanas del confinamiento en España, una situación que sufrieron especialmente los jóvenes y las mujeres, y la exposición profesional al estrés, la pérdida económica, el abuso del alcohol y la mayor angustia psicológica fueron también factores de riesgo en ese periodo.

Así lo refleja una encuesta realizada por investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam) y la Universidad de Oviedo entre el 19 y el 26 de marzo de 2020 mediante cuestionarios difundidos a través de las redes sociales y el correo electrónico y que recoge datos de más de 15.000 personas.

Los resultados revelan que un 30,2 por ciento de los encuestados respondió afirmativamente a las preguntas relacionadas con los problemas de sueño y, en concreto, el 23,9 por ciento informó de dificultad para iniciar o mantener el sueño; un 12,9 por ciento reveló tener sueños relacionados con la covid-19 y en el 6,6 por ciento de los casos se dieron ambos problemas.

Además, refleja que tanto la dificultad para conciliar y mantener el sueño como la actividad onírica relacionada con la covid-19 fueron más frecuentes entre los individuos de edad más joven, que puntuaron también más alto en las escalas de ansiedad, depresión y estrés.

Según el catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo y jefe de grupo del Cibersam en la Universidad de Oviedo, Julio Bobes, que ha liderado la investigación, los factores sociales y económicos, como los temores de los adultos jóvenes por su futuro profesional, podrían contribuir a explicar estos hallazgos.

Al evaluar la dificultad para iniciar o mantener el sueño, se observaron varias variables relacionadas con un mayor riesgo como la edad más joven, el sexo femenino, la reducción de más del 50 por ciento de los ingresos mensuales, tener ancianos dependientes a cargo, beber alcohol como distracción y también puntuaciones más altas de ansiedad, depresión o estrés.

Por el contrario, poder disfrutar del tiempo libre con actividades creativas, como la pintura, o relajantes, como escuchar música, fueron factores protectores contra los problemas del sueño.

Los factores de riesgo asociados a las personas que reportaron sueños o pesadillas relacionadas con la covid-19 fueron ser mujer, estar casado, trabajar como autónomo o ser funcionario (probablemente por incluir este grupo trabajadores sanitarios de primera línea), tener familiares o amigos infectados, leer noticias sobre el coronavirus o el consumo de alcohol como estrategia de evasión.

Según Bobes, la salud del sueño es fundamental para lograr y mantener el bienestar físico y mental y se sabe que los factores estresantes pueden desencadenar una interrupción temporal de sus patrones del sueño con lo que las restricciones puestas en marcha para contener la pandemia de covid-19 generaron una amplia gama de situaciones estresantes sin precedentes.

Estos hallazgos podrían ayudar a los sistemas de salud pública a diseñar y ofrecer intervenciones personalizadas para promover la calidad del sueño en la población general a través de recursos de e-Salud por medio de aplicaciones para teléfonos inteligentes, talleres de higiene del sueño online o campañas en redes sociales enfocadas a los factores de riesgo modificables proponen los investigadores.

En este sentido, recomiendan limitar la exposición excesiva a noticias sobre la pandemia, evitar estilos de vida poco saludables, como el consumo de alcohol, o programar el tiempo libre para mantenerse ocupado con actividades relajantes.

El grupo de investigación del Cibersam en la Universidad de Oviedo acaba de lanzar una nueva encuesta telemática a partir de la que se pretende estudiar el impacto de la pandemia sobre la salud del sueño un año después cuyo cuestionario está disponible en su web