Tanto la inactividad física como la falta de sueño se asocian de forma independiente a un mayor riesgo de muerte y/o enfermedad cardiovascular y cáncer. Pero no está claro si pueden ejercer un efecto combinado sobre la salud.

Los niveles de actividad física iguales o superiores a las cantidades semanales recomendadas pueden contrarrestar los graves daños para la salud asociados a la mala calidad del sueño, según sugiere un amplio estudio a largo plazo, publicado en línea en la revista 'British Journal of Sports Medicine'.

Los resultados indican que las personas que tenían una peor calidad de sueño y que hacían menos ejercicio corrían un mayor riesgo de muerte por enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y cáncer, lo que lleva a los investigadores a sugerir una probable sinergia entre ambas actividades.

Para profundizar en esta cuestión, los investigadores se basaron en la información proporcionada por 380.055 hombres y mujeres de mediana edad (una media de 55 años) que participaron en el estudio UK Biobank. El Biobanco del Reino Unido realiza un seguimiento de la salud a largo plazo de más de medio millón de personas de entre 37 y 73 años, que fueron reclutadas en todo el Reino Unido entre 2006 y 2010.

Los participantes proporcionaron información sobre sus niveles normales de actividad física semanal, que se midieron en minutos de Equivalente Metabólico de Tarea (MET). Estos equivalen aproximadamente a la cantidad de energía (calorías) gastada por minuto de actividad física.

Niveles de actividad

Por ejemplo, 600 minutos MET a la semana equivalen a 150 minutos de actividad de intensidad moderada, o a más de 75 minutos de actividad física de intensidad vigorosa a la semana.

Los niveles de actividad física se clasificaron como: alto (1.200 o más minutos MET/semana); medio (de 600 a menos de 1.200); o bajo (de 1 a menos de 600); y sin actividad física de intensidad moderada a vigorosa, según las directrices de la Organización Mundial de la Salud.

La calidad del sueño se clasificó mediante una puntuación de 0 a 5 derivada del cronotipo (preferencia por "búho nocturno" o "alondra matutina"), la duración del sueño, el insomnio, los ronquidos y la somnolencia diurna: saludable (4+); intermedia (2-3); o mala (0-1).

A partir de la información facilitada se obtuvieron una docena de combinaciones de actividad física y patrones de sueño. A continuación, se realizó un seguimiento de la salud de los participantes durante una media de 11 años hasta mayo de 2020 o la muerte, lo que ocurriera primero, para evaluar su riesgo de morir por cualquier causa, así como por todos los tipos de enfermedades cardiovasculares; enfermedades coronarias; accidentes cerebrovasculares; todos los tipos de cáncer; y cáncer de pulmón.

Durante el periodo de seguimiento, murieron 15.503 personas: 4.095 por cualquier tipo de enfermedad cardiovascular y 9.064 por todos los tipos de cáncer.

De ellos, 1.932 personas murieron por enfermedad coronaria, 359 por una hemorragia cerebral (hemorrágica), 450 por un coágulo de sangre (isquémica) y 1.595 por cáncer de pulmón.

Unos 223.445 (59%) participantes pertenecían al grupo de actividad física alta; 57.771 (15%) al grupo medio; 39.298 (10%) al grupo bajo; y 59.541 (16%) al grupo de actividad física no moderada a vigorosa.

Patrones de sueño y riesgo de muerte

Más de la mitad (56%) de los participantes tenían un patrón de sueño saludable; el 42% se clasificó como de calidad intermedia y el 3% como de mala calidad. (Las cifras están redondeadas).

Los más jóvenes, las mujeres, los más delgados, los que tenían una mejor situación económica, los que comían más fruta y verdura, los que pasaban menos tiempo sentados, los que no tenían problemas de salud mental, los que nunca habían fumado, los que no trabajaban por turnos, los que bebían menos alcohol y los que eran más activos físicamente tendían a tener una puntuación de sueño más saludable.

Cuanto más baja era la puntuación de sueño, mayores eran los riesgos de muerte por cualquier causa, por todos los tipos de enfermedades cardiovasculares y por accidente cerebrovascular isquémico.

En comparación con los que tenían una combinación de actividad física elevada y una puntuación de sueño saludable, los que se encontraban en el otro extremo de la escala, con una combinación de actividad física de moderada a vigorosa y un sueño deficiente, tenían los mayores riesgos de muerte por cualquier causa (un 57% más).

También tenían el mayor riesgo de muerte por cualquier tipo de enfermedad cardiovascular (67% más), por cualquier tipo de cáncer (45% más) y por cáncer de pulmón (91% más).

Los niveles más bajos de actividad física amplificaron las asociaciones desfavorables entre la falta de sueño y todos los resultados de salud, con la excepción del accidente cerebrovascular.

Un estudio observacional

Se trata de un estudio observacional y, como tal, no puede establecer la causalidad, reconocen los investigadores. El estudio también se basó en datos autodeclarados, y la información clave sobre los patrones de sueño y la actividad física se recogió en un solo momento, y excluyó factores potencialmente influyentes, como el tipo de trabajo y el tamaño del hogar.

No obstante, los investigadores concluyen que "los niveles de actividad física iguales o superiores al umbral de la directriz de la OMS (600 minutos semanales de tarea metabólica equivalente) eliminaron la mayoría de las asociaciones nocivas del sueño deficiente con la mortalidad".

Los hallazgos dan peso a los esfuerzos por centrarse tanto en la actividad física como en la calidad del sueño en un intento de mejorar la salud, afirman.

"Dado que los nuevos datos apoyan un efecto sinérgico del sueño y la actividad física sobre los resultados de salud, se justifica la realización de futuros ensayos que se centren en ambos comportamientos", añaden.