La palabra "agorafobia" es entendida generalmente en el lenguaje popular como el miedo a los espacios abiertos, es decir, lo contrario a la claustrofobia. Esta concepción del término (incorrecta, como veremos más adelante) hace que generalmente no se entienda el mecanismo causal que provoca que una persona experimente miedo por salir de casa.

Cada año, aproximadamente el 1,7 % de los adolescentes y de los adultos es diagnosticado de agorafobia. Las mujeres tienen el doble de probabilidad que los varones de desarrollar este problema y la incidencia máxima se encuentra en la adolescencia tardía y en la vida adulta temprana. Los 17 años son la edad media de inicio de los síntomas de agorafobia, un problema cuya resolución sin tratamiento es rara (solo un 10% de paciente superan la agorafobia sin tratamiento).

¿Qué es la agorafobia?

El trastorno de agorafobia es un problema de ansiedad en el cual las personas se sienten temerosas o ansiosas ante ciertas situaciones debido a la idea de que experimentarán ciertos síntomas en circunstancias en las que escapar sería difícil o donde no se podría disponer de ayuda. Estas situaciones casi siempre inducen miedo o ansiedad desproporcionados y son evitadas o se soportan con una ansiedad intensa (DSM-V, 2013). Como consecuencia la persona habitualmente evita salir de casa ya que ésta es considerada un lugar seguro en el que no experimentará ansiedad o si la experimenta no correrá peligro.

Las situaciones temidas por las personas que sufren agorafobia son muy diversas, pero todas tienen en común la presencia de gente y la lejanía de entornos seguros para la persona como por ejemplo su casa. En algunas ocasiones aparece temor anticipatorio por lo que la persona experimenta ansiedad solo de pensar que tiene que acudir a uno de esos lugares. Algunos de los más frecuentes son:

-Uso del transporte público

-Estar en espacios abiertos

-Encontrarse en lugares cerrados

-Hacer cola o estar en una multitud

-Encontrarse solos fuera de casa en otras situaciones

Como se puede comprobar el miedo experimentado ante estas situaciones es desadaptativo ya que no existe una proporción entre el malestar y el estímulo temido. Es importante diferenciar estos temores agorafóbicos clínicamente significativos de los temores razonables o de las situaciones que sean objetivamente peligrosas como por ejemplo caminar solo por un aparcamiento de noche o usar el transporte público en un área de alta criminalidad.

¿Cómo se origina la agorafobia?

La parte cognitiva es una de las claves en la agorafobia ya que la persona con este problema comienza a sentir "miedo al miedo", es decir, miedo a experimentar una crisis de ansiedad u otros síntomas incapacitantes o humillantes como caerse, vomitar o defecarse encima. Esto se debe a que habitualmente la agorafobia suele ser una consecuencia de una crisis de pánico experimentada en alguna situación concreta. La persona, al no poder explicarse por qué le sucede, termina asociando los ataques con la situación en la que se halla y comienza a evitarla (Bados, 2005)

Las personas con agorafobia tienden a sobreestimar el peligro de los síntomas similares a la ansiedad como la sudoración, las taquicardias o la sensación de calor. Suelen ser hipervigilantes a estas sensaciones físicas y, cuando aparecen, temen que supongan el inicio de un ataque de ansiedad lo que aumenta todavía más estos síntomas provocando generalmente que la persona experimente un nivel de ansiedad muy alto o que efectivamente abandone la situación.

Aquí está la segunda clave de la agorafobia: en la medida en la que una persona comienza a evitar las situaciones supuestamente peligrosas más arraigado quedará el trastorno ya que la evitación no permite comprobar que dichas situaciones no son peligrosas, es decir, que no provocarán las consecuencias catastróficas que espera la persona.

Esta evitación puede ser comportamental (comprar por internet en vez de ir al supermercado, cambiar de trabajo para evitar el transporte público) o cognitiva (mediante técnicas de distracción, intentar pensar en otra cosa, auto-convencerse€)

Consecuencias de la agorafobia

La agorafobia se asocia en la mayoría de los casos con un alto nivel de discapacidad en términos de funcionalidad, productividad laboral y días de incapacidad, entre otras cosas. La agorafobia provoca en 1 de cada 3 pacientes aproximadamente que los individuos se queden totalmente confinados en casa, que no puedan salir de su hogar y que dependan de los demás para los servicios o la asistencia e incluso para las necesidades básicas. Son frecuentes la desmoralización y los síntomas depresivos, así como el abuso del alcohol y los medicamentos sedantes, y los intentos indebidos de automedicación. (DSM-V, 2013).

La famosa serie "Los Simpsons" representó la agorafobia y sus consecuencias en el capítulo "Los brazos fuertes de mamá". Marge, tras una experiencia traumática en el aparcamiento de un supermercado desarrolla una agorafobia que le impide salir de casa. En este fragmento se puede ver perfectamente representado cómo la persona va modificando su entorno para evitar exponerse a las situaciones temidas lo que afecta negativamente tanto a su vida como a la de su familia.

Tratamiento de la agorafobia

Los objetivos con los pacientes con agorafobia consisten en eliminar las conductas de evitación que están manteniendo el problema, reducir la ansiedad experimentada ante las situaciones temidas y en definitiva recuperar la vida normal de la persona. Para conseguir que la ansiedad se reduzca la mejor manera es exponer a la persona a las situaciones temidas para que A) habitúe su ansiedad, ya que al ser una reacción corporal tiende a disminuir por sí sola si se la deja y B) comprobar que las consecuencias temidas no ocurren y que pese a que la ansiedad al principio es alta ésta disminuye sin provocar ningún ataque de ansiedad, desmayo, mareo, etc.

La Auto Exposición en Vivo (AEV) consiste en que el terapeuta elabora junto con el paciente una jerarquía de situaciones temidas, comenzando por aquellas que menos ansiedad le provocan. El paciente tendrá que exponerse junto con un co-terapeuta (habitualmente su pareja, un familiar, un amigo) a estas situaciones sin escapar para poder comprobar cómo la ansiedad disminuye por sí misma y que las consecuencias catastróficas no ocurren.

Durante la exposición el paciente debe ir informando en voz alta al co-terapeuta su nivel de ansiedad medido del 1 al 10 para ser consciente de cómo éste disminuye progresivamente. La exposición repetida sin evitación permite a la persona reaprender la no peligrosidad de las situaciones temidas, normalizando de nuevo su actividad diaria. En algunos casos la AEV se complementa con estrategias de afrontamiento como la relajación y la reestructuración de pensamientos, aunque el riesgo que esto supone es que estas estrategias se conviertas en conductas de evitación. En el mismo capítulo "Los brazos fuertes de mamá" aparece un ejemplo de una sesión de AEV protagonizada por Marge y su familia donde se aprecian las características mencionadas anteriormente.

Este artículo ha sido escrito por Jonatan Molina Torres, psicólogo experto en Terapia Psicológica con Niños y Adolescentes. Puedes encontrarlo en Facebook y Twitter