Microsoft se ha tomado en serio la apuesta por las tabletas y, poco a poco, parece que va encontrando el camino correcto. La doble orientación, por un lado el perfil "doméstico" y por otro el lado más profesional, es bastante acertada, al igual que la incorporación de los procesadores Intel en detrimento de los ARM que llevaban los primeros modelos.

Lo primero que hay que decir de la Surface 3 es que estéticamente igual que el modelo Pro 3. En este caso estamos ante el que sería el dispositivo inmediatamente inferior, más dirigido a usuarios que no van a utilizarla como complemento profesional, puesto que el procesador, por ejemplo, es Intel Atom, en lugar de los i3, i5 o i7 que conforman la Pro, lo que limita bastante el rendimiento.

Diseño: Un tema pendiente

El acabado de las tabletas de Microsoft sigue siendo poco convincente. Por supuesto, para gustos, colores, pero en este caso, y si nos basamos en las tendencias del mercado, no estamos ante un producto especialmente atractivo. Para lo que estamos acostumbrados, es bastante gruesa (son casi 9 mm), en teoría porque se necesita ese espacio para incorporar el puerto USB 3.0, algo que se podría haber solucionado con un microUSB, por ejemplo. Es grande, con unas dimensiones de 26 x 10 centímetros, debido a que también es grande su pantalla, de 10,8"; y en cuanto a peso anda más o menos en la media, con poco más de 600 gramos.

Pero más allá del tamaño, que en este caso sí importa, no parece que en Microsoft estén demasiado preocupados por conseguir un acabado estético bonito ni elegante. Todo es excesivamente recto, con ese perfil anguloso tan característico ya de las Surface, con pocas concesiones al diseño o a lo estéticamente llamativo. Todo esto contribuye de manera importante a que tampoco sea el dispositivo más cómodo que nos hemos encontrado. Ha ganado en portabilidad, eso sí, pero sigue siendo un poco "trasto".

La pantalla tiene una resolución de 1.920 x 1.280 (también un poco por debajo de la que ofrecen los competidores) y lo cierto es que se ve muy bien. Los colores son muy vivos y los vídeos en alta calidad se muestran a la perfección. Lo mismo ocurre con las aplicaciones y programas más habituales, puesto que los más exigentes (por ejemplo, juegos más potentes gráficamente hablando o alguna herramienta de diseño) van justos debido a que al procesador, un Atom X7 Quad-Core a 1,6 GHz, no se le pueden pedir maravillas tampoco.

Como no podía ser de otra manera, el sistema operativo es Windows. De serie incorpora la versión 8.1 aunque se podrá actualizar a la 10 en cuanto esté disponible (ya se puede instalar mediante imágenes ISO). El entorno resulta cómodo si se está acostumbrado al sistema de Microsoft, y no sólo no cuesta hacerse a él, sino que es ideal para una tableta, por su interfaz y por la ligereza con que se mueve.

Mejor con complementos

Surface 3 es discreta como tableta individual, y difícil de concebir sin los complementos que Microsoft ha preparado para ella. Y aquí está la verdadera clave de este producto. La tableta sola, con el único extra del cargador, tiene un precio de 599 euros para la versión de 64 GB con 2 GB de RAM, y de 719 euros en el caso del modelo con 128 GB y 4 GB de RAM. De por sí es un dispositivo caro, más si tenemos en cuenta que hay productos en el mercado ofreciendo lo mismo por menos.

Pero es que esta tableta además alcanza su verdadera dimensión sólo con los complementos: la funda teclado, el lápiz y, yendo un paso más allá, la 'dock station' pensada para convertir Surface 3 en una estación de trabajo. En el caso de la funda estamos hablando de 149 euros (ojo, ¡150 euros por una funda que lleva acoplado un teclado y un touchpad!), 50 para el lápiz y 249 para la dock; en total, casi 1.050 euros siempre y cuando optemos por el modelo más barato, un precio verdaderamente disparatado para una tableta e incluso elevado si se tratara de un portátil.

A pesar de esto, lo cierto es que ya sólo con la funda teclado y el lápiz, la tableta entra en otra dimensión y resulta muy gratificante su uso, ya sea para trabajar o por puro ocio. El teclado es cómodo, muy cómodo, y el soporte trasero que incorpora la propia tableta y que permite sujetarla en 3 ángulos diferentes, ayuda aún más a que sea muy fácil manejarla, escribir o navegar utilizando la pantalla táctil.

Desde luego, lo ideal es disponer de la tableta con todos los complementos (en todo caso, el más prescindible es la base de acoplamiento), ya que es cuando Surface muestra todo su potencial. El lápiz óptico, por ejemplo, es una gozada: responde a la perfección, es muy manejable y es que además tiene muchísima utilidad. Además, el software que Microsoft ha desarrollado en este sentido está muy conseguido, por lo que la experiencia es verdaderamente satisfactoria, ya sea garabateando, dibujando o escribiendo.

¿Sustituta del portátil?

La idea de Microsoft es que Surface se convierta, al mismo tiempo, en tableta y en portátil, combinando los usos según sea necesario. Pero claro, una cosa son las ideas y otra lo que ponemos en práctica. En el caso de Surface 3 no parece demasiado realista que podamos sustituir a un ordenador portátil, y esto es así por un par de razones.

La primera, para trabajar un rato largo no es cómoda. El teclado es algo justo de espacio (ocupa el mismo espacio que la pantalla, y esta es de 11 pulgadas), y para un uso prolongado termina cansando, aún cuando el tacto y el recorrido de las teclas son cómodos. La segunda, si no se cuenta con la 'dock station', la autonomía se limita bastante, aunque la batería aguanta bien entre 6 y 7 horas con un uso más o menos intenso. Además, la base de acoplamiento añade dos puertos USB 3.0, dos USB 2.0 y un puerto Gigabit Ethernet y un conector Mini DisplayPort.

Por tanto, la pregunta no es si Surface 3 puede hacer las labores de un portátil, sino más bien ¿puede Surface 3 competir con el resto de tabletas? Y la verdad es que no hay una sola respuesta. Por supuesto, es un dispositivo muy bueno, con componentes interesantes y unos complementos que lo hacen prácticamente único. Sin embargo, no tenemos muy claro el público al que se dirige: por ejemplo, para estudiantes es excesivamente caro; para trabajar hay PCs ultraportátiles por el mismo precio; y para el ocio existen alternativas más interesantes, empezando por el iPad.

No podemos olvidarnos que el corazón de esta tableta es Windows, un sistema operativo que en sus últimas versiones está muy pulido, pero que sigue siendo demasiado particular. De hecho, el procesador Atom se queda algo justo si se le exige demasiado, aunque cumple con casi todo lo "básico". Si a esto le sumamos que es necesario hacer una buena inversión para disfrutar al 100% de Surface 3, las dudas son todavía mayores.

Quizás si se hubiera trabajado más el diseño, no se hubiera dado tanto peso a los complementos y, por último, el precio fuera menor, sería un 'gadget' más recomendable y sin tantos peros.