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La tiranía de estar en línea permanente

El síndrome FOMO ("miedo a perderse algo") se considera el mejor predictor de la adición a las redes sociales

La tiranía de estar en línea permanentemente.

La tiranía de estar en línea permanentemente. / Alejandro García / FDV

Montse González

En un mundo hiperconectado, las redes sociales son una constante en nuestras vidas y, aunque ofrecen posibilidades interesantes de interacción, también poseen ciertos peligros ante los que es importante estar alerta. Un fenómeno en auge en este contexto es el denominado síndrome FOMO (‘fear of missing out’), traducido como “miedo a perderse algo”.

“Antes era algo mucho menos común, ya que la exposición al lado más agradable de los demás era muchísimo menos frecuente”, destaca el psicólogo Daniel Novoa, quien sostiene que “teniendo en cuenta que son los jóvenes los más propensos al uso de las redes sociales, son los que tienen más probabilidades de ver otras vidas envidiables”. Pero, en su esencia, no es tan novedoso. “Ese sentimiento de miedo a perderse algo importante o interesante no es nuevo, y probablemente muchos de nosotros lo hemos sentido alguna vez en nuestra vida”, dice la psicóloga Maruxa Fernández Hermelo: “Antes de la era digital se manifestaba más bien en situaciones sociales como fiestas, eventos o reuniones que no nos queríamos perder. Pero, además, también se ha empleado mucho como estrategia de marketing, donde se utiliza el miedo a perderse una oportunidad única para motivar a la gente a que compre un producto o servicio”.

El cambio radical en los últimos años en la forma en la que nos comunicamos, interaccionamos y difundimos información hace que ahora sintamos “que hay que publicarlo todo en las redes sociales, es más, si no tienes redes sociales parece que no existes, que no eres nadie”, prosigue la experta. “Sabemos de la vida de los demás por estos medios, qué hacen o qué dejan de hacer, dónde están, qué está pasando en el mundo... Esto puede generar una sensación incesante de querer estar revisando qué hay de nuevo en las redes para no perdernos nada y no quedarnos atrás”.

“El FOMO se considera el mejor predictor de la adicción a las redes sociales. Esta percepción de necesidad de estar en línea constantemente puede llevarnos al uso compulsivo de las redes sociales, pudiendo llegar a causar síntomas y consecuencias similares al abuso de sustancias”, añade.

"Falta una pedagogía más agresiva sobre los prejuicios de las redes sociales para la salud mental"

Daniel Novoa

— Psicólogo

Aquí, Daniel Novoa se muestra tajante: “Las redes sociales son muy peligrosas, y los que las programan lo saben, por lo que limitar el acceso a las mismas es algo que cada vez está más claro que se debería hacer”, sostiene: “A los menores, por parte de sus padres; y los adultos, a sí mismos para su propia salud mental”.

“Las redes sociales nos aportan muchas cosas positivas, pero también es cierto que pueden tener un impacto negativo en nuestra salud mental y emocional, especialmente cuando se utilizan de manera compulsiva o inadecuada”, indica Fernández Hermelo, que sostiene que “no hay un perfil concreto” de personas que pueden padecer FOMO, “ya que este síndrome puede afectar a personas de cualquier edad, género, cultura o nivel social”. Sin embargo, hay ciertas características que pueden aumentar el riesgo de desarrollarlo, como: “personas que utilizan las redes sociales de manera compulsiva y pasan largos periodos de tiempo en ellas, que se comparan constantemente con los demás y se sienten insatisfechos con su vida, personas con baja autoestima y que buscan la aprobación y validación de los demás o individuos que se sienten solos o aislados socialmente y ven en las redes sociales una forma de conectarse con los demás”.

Ante esta situación, Daniel Novoa afirma que “como cualquier costumbre tóxica, limitar el acceso a ello y poner barreras que nos ayuden se presentan como opciones eficaces”. Por otro lado, el psicólogo afirma que “falta una pedagogía más agresiva sobre los perjuicios de las redes sociales para la salud mental; no digo que sean malas en esencia, pero sí indiscutiblemente peligrosas”.

"Este síndrome puede afectar a personas de cualquier edad, género, cultura o nivel social"

Maruxa Fernández

— Psicóloga

Maruxa Fernández Hermelo apunta algunas estrategias que pueden ayudar a prevenir o reducir el síndrome FOMO, como “establecer límites en el uso de las redes; realizar otras actividades agradables que fomenten el contacto social físico; aceptar que no se puede estar en todas partes, eventos o actividades y que esto no significa que se esté perdiendo algo valioso; valorar y cuidar las relaciones personales cercanas; o practicar la gratitud por lo que se tiene en lugar de enfocarse en lo que se podría estar perdiendo, que puede ayudar a reducir la ansiedad y el estrés asociados con el FOMO”.

Si estas estrategias no fueran suficientes y se siente que el FOMO está afectando negativamente a la vida, indica que “es importante buscar ayuda profesional”. “Para poder pautar un tratamiento psicológico y minimizar las consecuencias negativas del FOMO es necesario conocer las necesidades y características de cada persona. No existe un tratamiento general como tal porque va a depender de muchos factores. A veces es, simplemente, un síntoma más de un malestar general, una gran insatisfacción vital, baja autoestima, aislamiento… Y habría que trabajar primero estos aspectos para luego poder mejorar ese miedo a perderse algo importante”.

Pero esta no es la única patología que prolifera a causa del uso indebido de las redes sociales: “Trastornos del sueño, ya que la luz de los dispositivos móviles interrumpe y dificulta el sueño; trastornos de la alimentación, al sentirse presionados por los estándares de belleza y cuerpo que se promueven en las redes; depresión y ansiedad, al fomentar la comparación social, la envidia y la preocupación por la imagen pública”, son algunos otros que enumera la psicóloga.

“El TDAH y la falta de hábitos saludables en términos de higiene de sueño, voluntad y mantenimiento de la atención o baja autoestima basada en la búsqueda de la perfección utópica son algunas de las consecuencias que pueden tener relación directa con un mal uso de las redes sociales y aplicaciones como, por ejemplo, TikTok”, dice Daniel Novoa. En este punto, insiste en que “limitar el uso de estas redes, ya sea a menores o a uno mismo, es algo donde ya no debería haber debate, están diseñadas y perfeccionadas para ser altamente adictivas”.

Maruxa Fernández Hermelo subraya que “no todas las personas que utilizan internet y las redes sociales desarrollarán patologías relacionadas con su uso; sin embargo, es recomendable utilizarlas de manera consciente y responsable y buscar ayuda profesional si se siente que el uso de las redes sociales está afectando negativamente a tu salud mental o a la de algún ser querido”.

En contraposición con el fenómeno FOMO, existe ya su opuesto: JOMO (“joy of missing out”); es decir, “alegría de perderse algo”. “Se refiere a esa sensación de satisfacción y liberación que algunas personas experimentan cuando deciden desconectarse de las redes sociales, las actividades sociales y las interacciones digitales en general”, explica la experta: “El JOMO no se refiere a una patología o un síndrome, más bien es una actitud positiva y saludable hacia el hecho de no estar siempre conectado y disponible”.

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