Debo reconocerlo: los videojuegos me gustan más que a un tonto un lápiz. Es por ello que, cuando tienes la oportunidad de pasar dos días metido en medio de todo el fregado más freak que existe sobre el planeta, no puedo más que sentirme feliz como una perdiz. ¿Qué puedo hacer? Soy así€

Y es que BlizzCon es mucho más que un montón de gente disfrazada de sus personajes favoritos de videojuegos. BlizzCon es un estilo de vida, un modo de actuar, una filosofía existencial. Nunca en mi vida había visto tal nivel de adoración a unos videojuegos. Y me gusta. 26.000 almas que se han gastado sus buenos dineros -la entrada costaba 150 $- se reúnen durante dos días en el Anaheim Convention Center de Los Ángeles para estar cerca de sus héroes digitales€ y reales.

Los desarrolladores de las sagas Diablo, World of Warcraft o Starcraft son aquí adorados como dioses. Colas y colas para conseguir autógrafos de estos gurús del código binario que por unos días se sienten como héroes del Olimpo.

Las finales de las ligas mundiales de los juegos de Blizzard arrastran a millones de seguidores en todo el mundo. Los auditorios del Anaheim Convention Center se quedan pequeños cuando los finalistas de Starcraft II se enfrentan en duelos sin cuartel para conseguir alzarse con el título de el mejor del mundo. Es cuestión de honor, y de dinero. Los premios son jugosos e importantes.

A lo largo de los próximos días podrás ir leyendo -y viendo- aquí mismo todo lo que está sucediendo este fin de semana en la BlizzCon 2013. Atento, porque no te vas a querer perder detalle.