La Rebelión de los Gomeros, ocurrida el 20 de noviembre de 1488, es considerada el episodio más relevante en la historia de La Gomera. El conflicto comenzó con la ejecución de Hernán Peraza el Joven a manos de los indígenas gomeros, lo que provocó una feroz represión por parte de la Corona de Castilla. Este acontecimiento significó el fin definitivo de la conquista de La Gomera, dejando una profunda huella en la memoria colectiva del pueblo gomero.

Antes de la llegada de los europeos, La Gomera estaba dividida en cuatro bandos: Ipalan, Mulagua, Orone y Agana. Los primeros contactos con portugueses y castellanos estuvieron marcados por la captura de esclavos y la imposición de pactos con algunas facciones indígenas.

Uno de los acuerdos más importantes fue el pacto de colactación, que Hernán Peraza el Viejo selló con los bandos de Ipalan y Mulagua, bebiendo leche de una misma vasija como símbolo de alianza y hermandad. Sin embargo, con la llegada de su nieto Hernán Peraza el Joven, este entendió el pacto como un acto de vasallaje, lo que generó tensiones con los gomeros.