Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

La Justicia habla el idioma de los niños: una magistrada canaria adapta una sentencia para que la entienda un menor con autismo

Una magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) emite un voto particular a una sentencia sobre reconocimiento de la discapacidad a un niño autista para adaptar al menor el lenguaje judicial

Ciudad de la Justicia de Las Palmas.

Ciudad de la Justicia de Las Palmas. / Andrés Cruz

Isabel Durán

Isabel Durán

Las Palmas de Gran Canaria

Tiene diez años, un diagnóstico de trastorno del espectro autista y una vida escolar marcada por rutinas estrictas y dificultades para relacionarse. La Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) ha reconocido un grado de discapacidad del 45%, pero el caso ha abierto otro debate: ¿debe una resolución judicial estar redactada de forma que un niño pueda comprenderla? La magistrada Glòria Poyatos cree que sí. Por eso incorporó un voto particular dirigido expresamente al menor, en el que traduce el contenido legal a un lenguaje sencillo y accesible. Aunque compartía el fondo del fallo con los otros cuatro magistrados, discrepó en la forma de comunicarlo y defendió que el menor tenía derecho a entender lo que la justicia acababa de decidir sobre su vida. Para ella, no basta con proteger a la infancia desde el plano jurídico: también es necesario hablarle en sus propios términos.

En su voto particular, Poyatos incluye un breve resumen en lenguaje sencillo dirigido directamente al menor. Lo hace amparándose en normas nacionales e internacionales, como la Ley Orgánica del Derecho a la Defensa (LO 5/2024), que establece que «el lenguaje se adaptará específicamente para menores de edad cuando sean los destinatarios de actos, comunicaciones y resoluciones». También se apoya en la Convención de los Derechos del Niño, que obliga a los Estados a garantizar que los menores comprendan los procedimientos en los que están implicados, especialmente cuando afectan a su desarrollo y bienestar.

Claro, cercano y cálido

El mensaje que quiso incluir en la sentencia es claro, cercano y cálido. Está pensado para un niño de diez años que ha pasado buena parte de su infancia tratando de comprender por qué algunas cosas le cuestan más que a los demás. «Nos has contado que te cuesta un poco más que al resto de los niños y niñas, atender en la clase, estudiar, obedecer a tu mamá y a tu papá, hacer caso a tu hermano, no enfadarte, de repente, sin saber por qué, y que también te es difícil seguir, en general, el ritmo de las actividades en casa, la calle o el cole», señala la magistrada.

Poyatos: «La justicia debe adaptarse a los destinatarios de nuestras resoluciones y no al revés»

Después, le habla de la decisión adoptada por el tribunal: «Hemos estudiado tu caso, y tienes toda la razón, […] te vamos a apoyar porque ahora entendemos por qué te cuesta más hacer las cosas».

Y termina con una invitación a la confianza y al crecimiento: «Debes seguir atento a los consejos de las personas adultas que te rodean y ayudan cada día, desde la escuela, en casa, o los médicos que siempre te van a ayudar y orientar para que te sientas bien y contento, en todo momento. Mientras tanto, no dejes de estudiar y hacer las tareas diarias del cole, porque ello te servirá para entenderte mejor y así podrás compartir juegos, tareas, deportes, excursiones y otras actividades con tus amigos y amigas del cole o fuera del cole».

Con derecho y emociones

La intención no era solo hacerle partícipe del resultado del proceso, sino que sintiera que el sistema que lo evaluaba también lo escuchaba. Que no solo se había tomado una decisión sobre él, sino también para él. En un entorno donde muchas veces los niños con TEA quedan reducidos a informes, diagnósticos o cifras, este mensaje le reconoce como sujeto de derechos y emociones.

Poyatos no improvisa. En su voto, cita la Convención de los Derechos del Niño, las Reglas de Brasilia y el Protocolo de Fomento de un Lenguaje Jurídico Claro, además de leyes nacionales que ya obligan expresamente a adaptar el lenguaje cuando se trata de menores. «La justicia debe adaptarse a la ciudadanía destinataria de nuestras resoluciones y no al revés», escribió. Esa adaptación, sostiene, no es una concesión simbólica, sino una obligación legal que debe cumplirse con el mismo rigor que cualquier otra garantía procesal.

Su propuesta no fue aceptada por la mayoría del tribunal, que decidió mantener la sentencia exclusivamente en lenguaje técnico-jurídico. Pero el gesto de esta jueza ha reabierto un debate profundo sobre lo que significa realmente garantizar el acceso a la justicia. ¿Tiene sentido reconocer derechos si quienes los reciben no pueden entenderlos? ¿Cómo se construye una justicia inclusiva si el mensaje no llega a quien más la necesita? En este caso, el derecho se reconoció. Y Poyatos quiso asegurarse de que también se entendiera. Porque la justicia, cuando se expresa en palabras que un niño puede comprender, no solo falla: también acompaña.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents