Irene y Craig llevan más de 60 años casados. Han logrado sacar adelante todo un rancho y nada menos que siete hijos. Ahora Irene está enferma y las escaleras son un riesgo diario. Craig decide entonces construirle una nueva casa donde su vida sea más cómoda y sencilla. A sus 87 años emplea lo que siempre ha sido su fuerte: las manos. Sin embargo, desde que él construía casas, el mundo ha cambiado y con él hay nuevas leyes en la construcción, que amenazan con meterle en la cárcel si no cesa en su empeño.