En 1947, Seretse Khama, el rey de Botswana, conoció a Ruth Williams, una oficinista londinense. La atracción fue inmediata. Ella quedó prendada de él por su visión de un mundo mejor; él quedó cautivado por su disposición a aceptar esa visión. Eran la pareja perfecta, pero su intención de contraer matrimonio se enfrentó al rechazo, no solo de sus familias, sino también de los gobiernos británico y sudafricano. Este último acababa de introducir la política del apartheid y la idea de una pareja mixta gobernando el país vecino resultaba intolerable.