En 2006, dos enemigos políticos, Ian Paisley, líder unionista, y Martin McGuinness, representante del nacionalismo irlandés, se vieron obligados a realizar un viaje juntos. Un trayecto incómodo que marcó no solo el inicio de las conversaciones que culminaron en el Acuerdo de St. Andrews, sino también el de una sólida amistad entre dos polos opuestos.