Italia llora a su gran diva. Al paso del cortejo funébre, lluvia de lágrimas y aplausos para Raffaella Carrà. Admiradores de todas las edades, se echaban a la calle para despedir a la cantante.

Sus admiradores la recuerdan como un “sábado noche”. Un torbellino de alegría, libre y adelantada a su tiempo. Muchos se acercaban al coche donde transportaban su féretro para besarlo. Custodiado por los carabinieri, recorría los rincones más emblemáticos de la vida de la artista en Roma, como la televisión pública italiana. A su llegada al Ayuntamiento eran cientos los seguidores que hacían cola para verla por última vez. En el interior quedaba instalada la capilla ardiente. Un último adiós a la altura de Raffaella.