Los ultras de Al Ahli de El Cairo, uno de los mejores equipos de Egipto, tienen fama de ser radicales. Encajaban la primera derrota de la temporada en la ciudad costera de Port Said, donde los tres goles del equipo local, Al Masri, eran celebrados con júbilo excesivo por los aficionados. Al final del partido, invadieron el campo, dieron rienda suelta a la violencia y al odio ante la pasividad de los agentes que tendrían que haberlo evitado. Las fuerzas de seguridad, de nuevo en el punto de mira. Por exceso o por defecto, no cumplen con su función en Egipto.