La jornada terminó con los equipos entrenándose, ya casi sin luz, en un parque cercano al campo que han perdido. Varios jugadores, entrenadores y directivos se habían encerrado a pasar la noche en las instalaciones. Pero pronto llego la policía y acabaron por ser desalojados, entre lágrimas y los aplausos de sus compañeros. Los trofeos conseguidos en 50 años de historia deportiva se veían en la calle, y con ellos, 300 futbolistas de todas las edades.