El Brexit y la cepa británica del virus eran lo que le faltaba a Canarias, la puntilla para rematar una Navidad con el turismo a medio gas. Aún se recuerda con nostalgia la gran ocupación del año pasado, cuando los hoteles de las islas colgaban el cartel de completo. Este año el día de Navidad es desolador para el sector turístico. La ocupación hotelera roza el 10% en las fechas más turísticas y los bares, antes abarrotados, ahora están al borde de la quiebra. Intentan subsistir con los pocos extranjeros que desoyen las recomendaciones de su Gobierno, porque el resto de los que vemos en las islas viven allí o están visitando a su familia. Ni las Navidades consiguen reflotar la hostelería canaria.