Señoras de más de 70 años enfadadas porque llevaban una hora haciendo cola y su nombre no estaba en las listas (luego entraron todos); una pareja bailando el pasodoble Islas Canarias, sillas insuficientes (hubo unas 700 personas, aunque se habló de 1.500), vivas a España continuos (antes, durante y después de la canción de Manolo Escobar), silbidos a Pablo Iglesias cuando aparecía en un vídeo que llamaba a “reaccionar”, banderas rojigualdas por doquier, jóvenes “antifascistas” por fuera del recinto ferial de Santa Cruz y un público más heterogéneo de lo que muchos pensarían probaron anoche que Vox, en la provincia tinerfeña y a otras escalas, se lo cree y se ve dando otra gigante sorpresa el 28 de abril.Introducido como “hombre trabajador y honesto” pero, sobre todo, que “ama a España”, el acto sirvió para presentar en sociedad (un poco más) al candidato del partido de ultraderecha al Congreso por la provincia, Alejandro Gómez, quien intervino antes del gran aliciente de la noche, si bien se trata del número 3, Iván Espinosa de Los Monteros. Pese a su habitual tono suave, Gómez censuró con fuerza a los medios “izquierdistas”, al PP y PSOE por “vender” las Islas a CC, “que sigue en los años 90” y que, con su abstención, no se opuso a la llegada del “okupa” a La Moncloa, en referencia a Pedro Sánchez. Además, ironizó con el cartel de Ana Oramas y su chaqueta verde (también la usa Coromoto Yanes) porque, a su juicio, “le ha traicionado el subconsciente” y se suma al color de Vox. Se acordó, a su vez, de Clavijo y, en respuesta, le dejó claro que jamás pactarán con CC “porque han hecho de esta tierra su cortijo y por hacer suya la bandera de las 7 estrellas, que fue del Mpiac, cuando la nuestra es solo la rojigualda”. Asimismo, y reconociendo que no es un “profesional” (salvo de su trabajo) y que, por eso, sudaba a fondo mientras hablaba, subrayó que su fin no es ocupar un sillón en el Congreso por sí mismo, sino un medio para hacer una “España próspera”. También hizo guiños al tradicionalismo isleño, apoyó a los venezolanos frente a Maduro e Iglesias y lanzó loas a la Policía Nacional, a la Guardia Civil y al Ejército “por hacer siempre su trabajo por el bien de España gobierne el PSOE o Podemos”. Cerró con un “Viva España” y fue correspondido por unos presentes entusiasmados y que sienten que alguien, que unas siglas, les ha devuelto el orgullo de pertenencia a un partido, a unas ideas, a una bandera: puro esencialismo, pero, sin duda, desde la convicción absoluta. Espinosa comenzó con una crítica irónica a la Junta Electoral por impedirles no participar en el debate, lo que cree una ayuda “torpe para que ganemos”. Lo relacionó también con el intento de los “progres” de boicotearles en la universidad e invitó a comprobar el 28A que el auténtico vencedor será Abascal. Además, criticó con dureza a Oramas por alinearse “con el PNV y PdCAT, los enemigos de España”, para que Vox no participe en ese debate, cuando “somos los únicos que hacemos algo en el Supremo por mantener unido” al país. Por supuesto, criticó a fondo que la Junta sí permita a Junqueras participar, desde la cárcel, en un debate y siguió largamente con lo de los “enemigos de España”. Unos “enemigos” que, según remarcó, los define como “izquierda cada vez más radical, progres y separatistas”: nada de aquella confabulación judeomasónica. Se centró luego en Sánchez (le llamó, como Casado, “felón”) y su promesa de traer un consejo de ministros, censurándole que ésa sea la supuesta prioridad de Canarias, pero, sobre todo, que diga que el futuro del país es “rojo del PSOE”. “No permitiremos que nos gobierne un atajo de rojos, progres, naranjas o azules. El futuro es verde, el color de la esperanza, el de Vox. Se acabará la zaga de los ZP (a Sánchez lo cree el tercero, Rajoy, por tanto, el segundo, mientras que a González sí le reconoce “un concepto de España y que sus políticas fueran otra cosa”, aunque no le gustaban, claro). “Ese 28 se acabará ese mundo progre, la falsa progresía cultural”, afirmó antes de llamar a usar el móvil para combatir y extender este mensaje. Por supuesto, criticó al PP y Cs (de Rivera dijo que su hija le ha pedido que no confíe en él) y les llamó “derechita cobarde” por no hacer frente a los “progres”, término que no paró de evocar y que quedó claro que gustarle, no le gusta mucho. Mas bien nada. Como se preveía, el acto acabó con un “Viva España” y el himno. Se lo creen y así lo sienten a fondo.