Troy Davis ha evitado la muerte en 4 ocasiones durante estos 22 años de cárcel. La última esta pasada noche, cuando ya estaba con el catéter puesto para recibir el veneno, y le comunicaban la noticia de que el Supremo iba a estudiar si podía interferir en la condena. Pero cuatro horas después, se ha vuelto a tumbar en la camilla ante sus verdugos. Y por última vez. De nada ha servido la petición de clemencia en las puertas de la prisión de Georgia, ni los mensajes del vaticano, el expresidente Jimmy Carter o el ministerio de Exteriores francés, que advirtió que se cometería un error irreparable. Al menos 7 de los 10 testigos que le acusaron se han arrepentido de sus propios testimonios. Pero no es suficiente. Al menos para la familia del policía de 22 años que falleció tiroteado. Han insistido en que querían verle morir, aunque hay muchas dudas sobre su culpabilidad. No se pudo presentar el arma homicid