Aunque la atención se ha centrado en EEUU, Sandy ha dejado también un rastro devastador en Haití. Calles y carreteras anegadas, viviendas destrozadas y robustos árboles arrancados conforman el paisaje de Thomazeau. Los vecinos cuentan que ninguna construcción resistía a la fuerza con la que el agua bajaba de la montaña. Lo han perdido todo, incluídas las plantaciones y los animales, lo que en una zona tan humilde supone que no encuentren nada que echarse a la boca.