Mientras, en la calle, centenares de personas se preparaban para ver el cortejo fúnebre o para protestar contra la mandataria que tanto ha dividido a los británicos, 4.000 agentes han velado para contener las manifestaciones de protesta. El féretro con los restos de la exprimera ministra llegaba a la Catedral de San Pablo en un carruaje tirado por caballos. Desde las honras fúnebres de Winston Churchill hace casi medio siglo, no se veía un funeral igual por un exprimer ministro.