No corren buenos tiempos para el que fuera todopoderoso director gerente del FMI. Dominique Strauss-Kahn deberá a partir de hoy convencer al juez de que no tuvo nada que ver con aquellas fiestas con prostitutas entre 2008 y 2011 de al menos tres ciudades, París, Lille y Washington. Se sienta en el banquillo como imputado por un supuesto delito de proxenetismo con agravante por el que podría ser condenado a un máximo de diez años de cárcel y a una multa de hasta millón y medio de euros. El conocido como Caso Carlton, tomando el nombre del hotel donde se celebraban las fiestas. Rodeado de escándalos, Strauss-Kahn, de 65 años de edad, aquel 2011 fue acusado de intentar violar a una empleada de un hotel neoyorquino.