A las puertas de la iglesia minutos después de la matanza, los rezos se entremezclan con los llantos después de que un hombre armado, en plena misa a las once y media de la mañana, abriese fuego con un rifle de asalto contra los feligreses dejando al menos 26 muertos y una veintena de heridos. En el interior había niños, ancianos y embarazadas. Entre los fallecidos está la hija del pastor, de 14 años, y hay un bebé de tan solo dos años entre los heridos. Esta nueva masacre ha ocurrido en esta iglesia baptista de Sutherland Springs, un pequeño pueblo de Texas cercano a la ciudad de San Antonio. El autor es Devin Patrick Kelly, un militar expulsado de 26 años que se ofrecía como profesor para niños en centros evangelistas. Cuando abandonaba la iglesia, un vecino le siguió y le alcanzó de un disparo con su rifle, pero logró escapar con su coche hasta aparecer muerto a los pocos kilómetros. Ahora la policía está investigando si murió por las heridas de bala o si se suicidó. El Gobernador de Texas ya lo ha calificado como la peor matanza de la historia del Estado.