Una vez más sus plazos no se corresponden con los de los expertos en la carrera por encontrar una vacuna eficaz contra el COVID-19. Donald Trump sigue desafiando los tiempos, asegura que Estados Unidos tendrá una vacuna para finales de año, al mismo tiempo, vuelve a insistir en la necesidad de recuperar cuanto antes la economía del país ante la oleada de protestas que se suceden en diferentes estados. En California reclaman reabrir de nuevo sus playas clausuradas desde el pasado jueves por la masificación que se produjo en un primer intento de aliviar restricciones. Convertido ya en un símbolo de esta pandemia, el cristo redentor insta a usar mascarillas como salvavidas, mientras su presidente, Bolsonaro encabezaba junto a su hija una manifestación en contra del confinamiento. Desobece así a las cifras que siguen disparadas, con cerca de 102.000 contagiados y más de 7000 muertos. Nada que ver con Portugal. Blindarse desde el principio le ha permitido contener los casos y hoy dice adiós a su estado de emergencia para dar paso a la fase de calamidad con la reapertura de comercios, peluquerías o bibliotecas. Quien también estrena nuevas medidas este lunes es Italia. Las más celebrada, la que permite las visitas a familiares que no amigos, con mascarilla y manteniendo la distancia de seguridad. Los bares y restaurantes servirán comida para llevar y podrán regresar a casa aquellos que llevan dos meses atrapados en otras zonas del país por el confinamiento.