En una furgoneta gris la atleta bielorrusa, abandonaba la embajada de Polonia donde se había refugiado. Mientras en la otra, cargaban su equipaje. Krystsina Tsimanóuskaya asegura antes de su salida que no le dieron la oportunidad de rendir al máximo en los Juegos. Sobre las 8 de la mañana, hora local, Krystsina llegaba al aeropuerto de Tokio.  Escoltada por la policía, apenas podíamos ver su cara, tapada con una mascarilla y gafas de sol. No ha querido hablar con los periodistas que la esperaban. Polonia le había ofrecido un visado humanitario. Horas antes declaraba que todo lo que pueden hacer es proporcionarle un vuelo seguro a Europa. Pero, por motivos de seguridad, cambiaron su vuelo y finalmente, partía rumbo a Viena. La velocista temía ser encarcelada si regresaba a su país por criticar a la Federación Bielorrusa de Atletismo. Su marido ha huido del país y espera poder reunirse con ella en los próximos días.