La comunidad ucraniana en España, formada por más de cien mil personas, se ha despertado esta madrugada con llamadas y mensajes de sus familias avisándolos del comienzo de la guerra. La mayoría tiene en su país a hermanos, amigos, padres, hijos y abuelos. A casi 4.000 kilómetros de distancia lo único que pueden hacer por su pueblo es concentrarse frente a embajadas y consulados y protestar. Así lo han hecho por ejemplo en Madrid y Barcelona. Sienten impotencia por no poder ayudar más y rabia contra el presidente Vladimir Putin, pero sobre todo miedo de perder a sus seres queridos bajo las bombas rusas.