Cualquier parecido entre Irpín, a las afueras de Kiev, y las ciudades del este de Ucrania no es mera coincidencia. En todos estos escenarios, lo que se percibe es destrucción, ruinas, y ausencia en las calles de civiles. Sin embargo, la diferencia, y que marca el nuevo rumbo de esta guerra, viene determinado por las tropas rusas. En Irpín, y otros objetivos como el aeropuerto de Hostomel, ya no están. Las fuerzas ucranianas han recuperado terreno. En cambio, los invasores, dando la capital por perdida, se están reposicionando para preparar su gran ofensiva sobre las repúblicas separatistas del Donbáss. Con el punto de mira en dicha zona, Moscú podría estar efectuando además un despliegue de fuerzas en Transnstria, otra región prorrusa, en este caso, de la vecina Moldavia. Es una advertencia de Ucrania, cuyo presidente Volodímir Zelenski reconoce la terrible situación en el este de su país, donde se esperan, reconoce, más bombardeos. Un símbolo de la resistencia es Mariúpol, de donde resulta muy complicado abrir corredores para evacuar a sus habitantes. Unos tres mil civiles lo lograron anoche, aun a costa de un extenuante viaje de doce horas.