
Ver más galerías relacionadas
José Carlos Guerra
Ver galería >«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.
Noticia guardada en tu perfil
Ver noticias guardadas«Cuando voy a casa llego hecho una mierda después de subir todas esas escaleras», señala Ramón Ramírez. Este vecino de la calle Ernest Hemingway, en el barrio de El Batán, vive en un quinto sin ascensor. A sus 65 años cada día nota más y más el cansancio para entrar y salir de casa; pero no le queda otro remedio, su madre, Amelia Ramírez Suárez, tiene 89 años y vive en un bloque de esta misma calle, por lo que debe salir a cuidarla y hacerle las tareas del hogar todos los días.