Desde que Encarni sabe que será desahuciada y no hay sitio en su cabeza para casi nada más. No tiene trabajo, pero sí un hijo que sacar adelante. "No piensas en otro cosa, sientes mucha impotencia porque ni puedes pagar ni sabes dónde acudir", dice. Las estanterías de su casa están cada vez más vacías y conviven con cajas en las que han empaquetado lo más importante. Ángeles mira los papeles del banco y sólo encuentra deudas. A la espera de la notificación del juzgado, recuperó esperanzas después de compartir su caso con gente en la misma situación. "De mi casa no me echan porque es por lo único que lucha una persona por su casa". Ahora se siente acompañada para tratar de encontrar una solución que de forma individual resulta demasiado complicada.