Un coche patrulla corta el paso al joven por la calle. Tres agentes se lanzan sobre él y uno le golpea mientras intentan reducirle. Empieza un forcejeo. Cuando los agentes logran inmovilizarle, el joven empieza a gritar y varios vecinos increpan a los agentes. Según los mossos el joven estaba intentando vender una tablet que podría ser robada. No les enseñó la factura y ofreció resistencia a los agentes. Sin embargo, algunos vecinos consideran excesiva la actuación policial y dicen que todo se originó porque el chaval quería saber el número de placa de los mossos. Una vecina que vio la detención dice que el chico exageraba. El joven, con antecedentes policiales, se encuentra en libertad con cargos por resistencia a la autoridad. Mientras, la Policía continúa investigando si la tablet es robada.