No hay más que verles y escucharles para saber que están confesando sus terribles miedos. Desde amenazadores animalitos a dentistas, inyecciones o coger un avión. Pero las verdaderas fobias provocan mucho más según advierte Juan Carlos Díaz, psiquiatra del hospital de La Coruña. “Palpitaciones, temblor, dificultad respiratoria…” El miedo se convierte en terror para los que les cuesta relacionarse con los demás o hablar en público. Y puede llegar a ser una auténtica pesadilla si hablamos de la agorafobia: pavor a salir a la calle, a montarse en el transporte público, o a las grandes multitudes.