El pasado mes de noviembre saltaron todas las alarmas con unas imágenes aéreas en las que se podía apreciar la mayor cárcel de orcas y belugas del mundo en una zona de difícil acceso en el mar de Ojotsk, situado entre Rusia y Japón. Allí, los cetáceos viven en una especie de corrales de pequeñas dimensiones y en precarias condiciones esperando a ser liberados tras ser capturados para su comercialización. Este lunes, después de casi medio año de denuncias, inacción oficial y la muerte de varios ejemplares, las autoridades rusas han anunciado la liberación de las ballenas y orcas retenidas gracias a la mediación de varios científicos, como el francés Jean-Michel Cousteau. Está decisión ha coincido con la visita de Cousteau, junto a su equipo de la Ocean Future Society y del director ejecutivo del Proyecto sanitario de Ballenas, Charles Vinick. El científico francés informó de la creación de un fondo internacional que se hará cargo de todos los gastos relacionados con la rehabilitación de los animales.