Poner voz e imagen a una enfermedad habitualmente silenciada por el dolor. Hablar del cáncer con toda su dureza. Ese es el camino que quiso emprender Olatz Vázquez hace año y medio, a través de las redes sociales, para contar con sus fotografías, su profesión pero, también, con sus textos todo el proceso. Incomprendido por algunos a los que ella misma pedía irónicamente un manual sobre cómo vestir con cáncer. Desde que se lo confirman el 19 de junio del año pasado, tras meses de sufrimiento, pérdida de peso y pruebas que se retrasaban debido al confinamiento por el coronavirus. Hasta su último mensaje el reciente 19 de agosto, en el que volvía a escribir tras semanas muy difíciles, debilitada por una nueva recaída que la convertía en totalmente dependiente de los suyos mientras mantenía la fe porque todo saliese bien. Con el optimismo de sus victorias parciales ante la enfermedad y comparaciones sobre cómo le afectaban los dieciocho ciclos de quimioterapia. Con denuncias de una pandemia que abocaba a otra por diagnósticos tardíos. Con ese "permítete caer" de su oncólogo al que le hizo caso para ser resiliente como única opción. Acompañada por su pareja y sus familiares y allegados en una vida truncada con 27 años de edad que quiso mostrar cómo era en sus últimos días. Desde su visión, tan igual o diferente a la de tantas otras. Para aferrarse al presente y al futuro a través de sus recuerdos.