La señal de entrada a Benahavís da una ansiada bienvenida a los vecinos que vuelven a reencontrarse en sus calles. A la emoción del regreso se le une el alivio de que el fuego no haya llegado hasta el municipio ni a las urbanizaciones situadas más cerca de las llamas, las primeras que fueron desalojadas. Las casi dos mil personas que tuvieron que huir anoche recibían la noticia y el pabellón de San Pedro de Alcántara pronto quedó desierto. Nadie quiso esperar para volver a casa. Reabrieron sus puertas con el deseo de que el fuego, definitivamente, deje de perturbar sus sueños.