Un paisaje abrumador que sigue en constante cambio. Los pinos van colonizando poco a poco un entorno que sintió por última vez la furia de la tierra en 1971 con la erupción del Teneguía.

Recorrer esta ruta de senderismo (una de las más concurridas y populares de la isla) recién estrenado el verano, cuando está el corazoncillo en flor, es todo un espectáculo. Su amarillo efervescente contrasta con el verde del pino canario, realzados ambos contra el oscuro paisaje volcánico. Un auténtico placer para tus ojos. Resaltar las vistas que disfrutarás a lo largo de ella y los paisajes que encontrarás.

La ‘isla bonita’ es radiantemente verde gracias a los bosques de laurisilva del noreste, pero también es profundamente negra, ocre, marrón y rojiza merced a sus jóvenes volcanes de la mitad sur. Porque ese sur que acaba en el faro de Fuencaliente dejó desde 1585 una sucesión de erupciones volcánicas que cambiaron por completo la fisionomía de la isla. Si la caldera de Taburiente es su origen, los volcanes del sur su continuación. Un paisaje abrumador que sigue en constante cambio. Los pinos van colonizando poco a poco un entorno que sintió por última vez la furia de la tierra en 1971 con la erupción del Teneguía.