Guzmán tiene 50 años y un variado historial de delitos, denuncias y condenas. A sus vecinos los tenía machacados con amenazas e intentos de agresiones. Hasta ayer. Colocó seis bombonas de butano por toda su casa, abrió las espitas y se marchó. Dejó además gasolina que por suerte no llegó a arder. Habría hecho saltar el edificio por los aires. Pero tampoco se quedó corto: hay seis viviendas destrozadas y una decena con daños. La policía lo persigue desde entonces. Están convencidos de que sigue en Torrevieja y la búsqueda se centra en los lugares a los que iba a beber o a consumir estupefacientes. El detonante de esta venganza parece haber sido una denuncia de sus vecinos de al lado, hartos ya de que los amedrentara. Se han quedado por ahora sin casa.