"Tu hija está bien. Ha dormido en casa y ha comido aquí, ya va para allá”. Fue la primera gran mentira que recibió Isabel. Una de muchas, incontables, desde la madrugada del 15 de marzo del 2015, noche en la que su hija desapareció. Se lo dijo Silvia, amiga de Caroline, pero no había dormido en su casa, no había comido allí y no regresó. Desde entonces, la vida es otra. La de Isabel se traduce en lágrimas y carteles de desaparecida con la foto de su niña.