Puertas cerradas y calles vacías. En Atarés nadie se atreve a salir de casa. Es la recomendación de los agentes que vigilan este pueblo y los de alrededor mientras buscan a Cédric. Francés de 33 años fugado a esta zona de Huesca tras asesinar el pasado lunes a su mujer, de la que se estaba separando, y a un compañero con el que ella trabajaba. Tras el crimen, cruzó la frontera y su pista se pierde en una carretera cerca de Jaca donde encuentran su moto abandonada. Desde entonces aquí también se mantienen alerta y se rastrea cada rincón. El fugitivo es considerado un hombre muy peligroso. Va armado y tiene formación militar. Un dispositivo de cien agentes recorre cada metro constantemente en guardia.